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Al oír hablar de sir Roberto Beltz, hizo Diógenes un gesto como si le asaltara gran tentación de risa, y quedóse, sin embargo, muy serio escuchando la narración del gomoso.

En las grandes ascensiones, el peligro es inminente muchas veces y á cada momento se expone uno á la muerte, pero siempre sigue adelante y se siente sostenido é impulsado por una gran alegría al considerar que se sabe evitar el peligro con la solidez de los músculos y la serenidad del ánimo.

He visto al anciano Giotto, discípulo á su vez del gran Cimabue, con anterioridad al cual sostengo que no existía el arte en Italia y hubo que importar artistas griegos para decorar la capilla de los Gondi de Florencia. ¡Ah, señores, esos son los grandes hombres, los bienhechores de la humanidad, cuyos nombres vivirán eternamente! ¡Qué contraste con vuestros soldados, que aspiran á la gloria asolando comarcas enteras, recorriendo la tierra á sangre y fuego!

Y bien, Magdalena preguntó la de Ribert para evitar a San Pablo una nueva algarada; ¿qué tiene usted que reprochar al matrimonio, hija mía? El marido respondí con sincera convicción. ¡El marido! exclamó la de Ribert riendo, con gran contento de Genoveva, que gozaba deliciosamente de la alegría de su madre. ¡El marido!... Qué gran verdad...

Amaranta me presentó gravemente a él, diciéndole que yo era un gran militar, una especie de Julio César por la estrategia y un segundo Cid por el valor; que había hecho mi carrera de un modo gloriosísimo, y que había estado en el sitio de Zaragoza, asombrando con mis hechos heroicos a españoles y franceses.

Como el tiempo no pasa sin mudar la faz de las cosas, cuando volvió a su patrio hogar la colegiala no dejó de hallar en él cambios y mudanzas que la sorprendieron. Su madre tenía «achaques», y achaques graves, según ella decía, apostándoselas al médico, que no mostraba gran empeño en contradecirla.

La prolijidad del buen cura no es para imitada aquí, pues él se había propuesto ser en lo futuro historiador de aquella gran guerra, y apuntaba todas las noticias para reunir materiales.

Todo sea por Dios» dijo Encarnación, y más iba a decir; pero en aquel momento oyéronse cornetas y clarines, luego la Marcha Real y el murmullo expectante unido a las frases sueltas «Ya vienen, ya vienen». Gran estupefacción de Riquín, que nunca había visto cosa más bonita; éxtasis de la Sanguijuelera, que no cerraba el pico un momento al paso de la comitiva o procesión real, poniendo un comentario a cada parte de ella.

Toda esta gente, comiendo, bebiendo y gesticulando, levantaba el mismo rumor que si la plazoleta estuviese ocupada por un avispero enorme, y en el ambiente flotaban vapores de alcohol, un vaho asfixiante de aceite frito y el penetrante olor del mosto, mezclándose con el perfume de los campos vecinos. Batiste se aproximó finalmente al gran corro que rodeaba á los de la apuesta.

¡Claro! un día le saqué de un gran apuro, era un viernes á las siete y media de la mañana, todavía me acuerdo, yo no había almorzado aun... Esa señora que va seguida de una vieja es la célebre Pepay la bailarina... ahora ya no baila desde que un señor muy católico y muy amigo mío... se lo ha prohibido... Allí está el calavera Z, de seguro que va tras la Pepay para hacerla bailar otra vez.