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Son hermosos ejemplares del cultivo intensivo de la pilosidad... Y las manos finas, aunque estén deformadas por los ejercicios de fuerza; y los pies pequeños, reducidos, altos de empeine, cuidados con meticulosidad; de día siempre encerrados en charol con cañas de colores, de noche con forro de seda calada y escarpines que martirizarían a muchas señoras.

«Y es que el músculo pensaba Mina no lo es todo; vale más la energía interior y misteriosa, que sólo poseen los héroesSu Lionel, indudablemente, era á modo de una batería eléctrica, que en ciertos momentos de excitación podía desenvolver una fuerza inmensa. Ella le había visto batiéndose con ocho á la vez, y sabía hasta dónde era capaz de llegar. ¡Oh, Lionel!... ¡Mi hércules adorado!

Las paredes, los tabiques, el techo, todo temblaba incesantemente por las sacudidas de la fuerza oculta.

¡Pobre Cristeta! ¡Qué infame abandono! En grandes errores incurre a veces la Providencia: mientras las personas padecen hambre y sed, las bestias de sabrosa carne pastan libres en las montañas, y los arroyos culebrean inútiles por el llano; mientras tantos hombres permanecían castos por fuerza, aquella mujer estaba sola.

Velázquez se introdujo en el grupo de espectadores y á fuerza de codazos logró pronto colocarse en primera fila. Se puso á examinar las parejas que cruzaban. El disfraz ordinario de las mujeres era el dominó; las había, sin embargo, graciosamente ataviadas con trajes de capricho.

Ya penetra en una sala griega, sensual, poblada de recuerdos heróicos, revelando el arte por excelencia, que toma todas sus inspiraciones de la naturaleza, pero que, á fuerza de ser imitativo y plástico, carecia de ese espiritualismo, celeste ó sombrío, poético siempre, que nació con la idea cristiana.

Pero al tiempo de los Catalanes y Aragoneses llegaron á esta Provincia apenas parecian sus ruinas; solo en las de la antigua Lisimachia habia un castillo llamado Ejamille, y muchas aldeas y poblaciones pequeñas á donde los nuestros se alojaron en tanto que pasaba el rigor del invierno, tomando, como tengo dicho, á Galípoli, Ciudad de mediana poblacion, por principal fuerza y presidio para la defensa comun.

Aunque el teutón se estremeció al golpe furibundo del caballero inglés, su lanza alcanzó á éste en la visera con fuerza tal que rompió las cintas que sujetaban el casco y éste cayó hecho pedazos, pero el barón continuó su carrera, descubierta la calva cabeza que brillaba á los rayos del sol.

Temerosa de que se enfriara, apuró todas las razones para sosegarle, y viendo que no podía ser, quitose la bata y se metió con él en la cama, dispuesta a pasar la noche abrigándole por fuerza como a los niños, y arrullándole para que se durmiera.

Al encararse con Miguel de Zuheros, mirándole de frente, le hizo bajar los ojos deslumbrado por la viveza de aquel mirar y por la fuerza magnética de aquellos ojos verdes o glaucos como los de Minerva, Medea y Circe, y que podrían compararse a dos esmeraldas ardiendo en llamas.