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Ciertamente puede usted. Usted sabe mi fortuna personal... Usted sabe que es muy modesta... pues bien, que la señorita de Sardonne no lo ignore.

Nicolasa había heredado de su madre ciertas prendas que valen más que los bienes de fortuna, porque los conservan, si los hay, y suelen proporcionarlos, si no los hay. Tenía don de mando y don de gentes, extraordinaria energía de voluntad y perseverancia en sus planes.

Por cierto que han medrado poco dijo el Estudiante , pues no han pasado de lacayos de la Fortuna. No hay en su casa dijo el Cojuelo quien tenga lo que merece.

Siguiendo la costumbre observada en su tiempo, Calderón se asoció con otros poetas en distintas ocasiones para escribir juntos algunos dramas. Del testimonio de su amigo y primer biógrafo resulta que nuestro poeta escribió: La primera jornada de Enfermar con el remedio y de El monstruo de la fortuna. La jornada tercera de La fingida Arcadia. El pastor Fido. Circe y Polifemo.

Ahora preparaba el golpe definitivo, comprando mayor cantidad para lanzarlo repentinamente al mercado, aprovechar la baja que esto produciría y adquirir la mitad más una de las acciones. No todos los negocios han de salir bien replicó el otro sonriendo con mal disimulada satisfacción . Usted ha sido siempre afortunado.... No es a la fortuna a quien debe sus éxitos el duque.

Le hallareis malicioso, pero jamas calumniador; sumamente chistoso, pero sin grosería; instruido en todos los misterios de alcoba y de fortuna, pero sin llevar la indiscrecion muy adelante. Una palabra, un gesto, una sonrisa burlona del barbero os dirá mas que un discurso. El barbero español tiene la ática elocuencia del gesto.

Fuéronse, pues, Patozi y los suyos, sin quedar con el P. Lucas más que cinco santos mancebos, resueltos á correr la misma fortuna, y dar la vida por aprovechar á sus prójimos.

El ingeniero, escuchándole, veía el cuadro de la villa, aburrida sobre el montón de sus riquezas, bostezando con tedio monacal en medio de una prosperidad loca. Los ricos aumentaban su fortuna, sin otro goce que el de la posesión; adornando sus casas con un lujo que nadie había de admirar, pues el retraimiento de la raza y los escrúpulos religiosos se oponían á las fiestas de sociedad.

Por fortuna la reacción ha sobrevenido, y con tal fuerza en algunos espíritus, que puede hacer recelar a un crítico imparcial y frío que es mayor que el fundamento en que se sostiene.

¿Y su padre? ¿hace mucho que murió?... me preguntó con un acento lleno de ternura. Veintidós años, cuando yo era un niño... le contesté. Es triste sin padre y sin madre, tan joven... Muy triste, Blanca. Y tanto más, cuanto que usted no tiene fortuna y la fortuna es hoy indispensable en Buenos Aires. Sin fortuna la vida debe ser abominable. Al menos, yo no la concibo. ¿No cree usted en el amor?...