United States or Belize ? Vote for the TOP Country of the Week !


D era nada ménos que uno de los mas fuertes propietarios de los valiosos ferrocarriles de Francfort, y sinembargo no hacia la menor ostentacion de su riqueza. En cuanto á su familia, su carácter era tal que mas tarde, mediante la observacion, pudimos convencernos de que era típico de la buena sociedad femenina de Alemania.

Siguiendo las corrientes de la vida madrugadora llegaba al Mercado, deteniéndose ante los puestos de flores, donde era más numerosa la afluencia femenina. Los ojos de las mujeres iban hacia él instintivamente, con una expresión de interés y de miedo. Algunas enrojecían al alejarse, imaginando contra su voluntad lo que podría ser un abrazo de este coloso feo é inquietante.

En el apretar desesperado de Emma a cada nuevo dolor, Bonis sentía, además de los efectos naturales de la debilidad femenina en tal apuro, además de meros fenómenos fisiológicos, el carácter de la esposa; veía el egoísmo, la tiranía, la crueldad de siempre.

En efecto, por una diplomacia femenina digna de un discípulo de Talleyrand, la condesa no parecía jamás preocupada por las acciones de su hijo, y los hilos que hacía mover estaban muy hábilmente disimulados para inspirar la menor sospecha a la naturaleza más quisquillosa.

Don Juan es deísta, pues dice que sólo la Divinidad pudo concebir y crear la belleza femenina: y es bastante buen cristiano, recordando que Cristo absolvía a las pecadoras y perdonaba a las adúlteras: mas al propio tiempo es por sus gustos artísticos e inclinaciones literarias, algo pagano; lo cual le ha hecho colocar a la cabecera de la cama una estatuilla de Eros, muy afanado en avivar con sus soplos la llama de una antorcha que sustenta entre las manos.

Sobre el lomo verde del Océano giraban flores de espuma rematadas por una espiral que se perdía en la profundidad. Luego emprendió un paseo por la cubierta, y ante el grupo de señoras se llevó una mano a la gorra con saludo mudo, sin volver la vista. Rozó, al pasar, a Isidro, que hablaba de pie, y oyó una voz femenina que le interrumpía con interés: «¡No diga!... Eso es muy curioso.

Todavía pendían de su tejido muchas flechas, que le recordaron su primer choque con los soldados de la República femenina. La vista de ellas evocó en su memoria á los dos compañeros de viaje, completamente olvidados hasta entonces.

Las más caras de todas son las mujeres ricas manifestaba profundamente aquel hombre ingenioso y erudito, para quien la naturaleza femenina no guardaba secreto alguno. El cerco de Concha siguió las mismas vicisitudes que el de todas las plazas de este orden.

De pronto sonó a lo lejos una voz femenina que llamaba cariñosamente; el caballero apagó la luz, y a oscuras, andando a tientas, que es como el hombre camina hacia la felicidad, salió en busca de su mujer. Varía la decoración y son otras las personas. En un miserable sotabanco habita un matrimonio pobre.

¡Lo mismo que la otra!... El gigante creyó estar aún en el Gran Parque de San Francisco escuchando por última vez á miss Margaret, y al ver bajo sus ojos á tantos ciudadanos de aquel pueblo diminuto que le tenía sujeto á la más grotesca de las esclavitudes, impidiéndole volver á la tierra natal, donde á lo menos le era posible admirar de lejos á la mujer amada, sintió un deseo vehemente de levantar los puños, aplastando con unos cuantos golpes á toda la universidad femenina.