United States or Greenland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Febrer movió la cabeza. ; conocía el arma: él mismo se la había traído de Ibiza. Pues con esto continuó el chicuelo no hay guapo que se nos ponga delante. ¿El Ferrer?... ¡mentira! ¿El Cantó y todos los otros?... ¡mentira también! ¡Y pocas ganas que tengo yo de usarlo!...

Febrer no ocultó su asombro. ¿Qué tierras eran aquéllas?... ¿Pero le quedaba algo en Ibiza?... Pep sonrió. No eran tierras precisamente: era un peñón, un promontorio de rocas avanzado sobre el mar, pero que podía aprovecharse por la parte de tierra formando algunos bancales en su pendiente.

El viejo caserón de los Febrer, con sus hermosos ventanales faltos de vidrios, sus salones llenos de tapices y sin alfombras, sus muebles venerables confundidos con los más ruines enseres, le parecía igual a un príncipe arruinado ostentando aún manto brillante y corona gloriosa, pero descalzo y sin ropa blanca.

Echaba en cara a Febrer su origen y su orgullo, que le habían impulsado a huir sin despedirse de los amigos. «Al fin, de raza de inquisidoresSus abuelos habían quemado a los de Valls: ¡que no lo olvidase!

La nariz era aguda y aguileña, la nariz de todos los Febrer, valientes pájaros de presa de las soledades del mar; la boca desdeñosa y sumida; el mentón saliente y recubierto por la suave vegetación, rala y fina, de la barba y el bigote. «¡Ah, deliciosa miss MaryCerca de un año había durado la alegre peregrinación por Europa.

¡Las mujeres!... Aquellos jóvenes no hablaban de otra cosa; y Febrer, sentado a la gran mesa de la fonda, aprobaba en silencio sus palabras y sus lamentaciones. ¡Las mujeres!... La irresistible tendencia que nos liga a ellas es lo único que se mantiene firme después de los trastornos morales que cambian una vida; lo que permanece de pie en medio de los cadáveres de otras ilusiones destrozadas por el cataclismo.

No digo que no; pero soy su tío, y el tío protesta y dice que esa boda es un disparate. Jaime le miró con asombro. ¡Disparate casarse con un Febrer! ¿Acaso deseaba algo mejor para su sobrina?... Disparate por parte de ellos y disparate por tu parte afirmó Valls . ¿Te has olvidado de dónde vives?

Quedó Febrer largo rato como adormecido por este deseo, mirando el paisaje sin verlo. Luego sonrió irónicamente, como si compadeciese su insignificancia. Recordaba el objeto de su viaje y se tenía lástima.

Lo decía ella, que le había admirado desde los tiempos en que iba con pantalón corto y lo llevaba de la mano a pasear entre los pinos inmediatos al castillo de Bellver. Era un Febrer, de aquella familia de señorones arrogantes, y con esto quedaba dicho todo.

Febrer bromeó sobre su próxima ida al Seminario. Pensaba hacerle un regalo, pero un regalo extraordinario, como él no podía imaginárselo, y al lado del cual nada valdría el cuchillo. Sus ojos, al decir esto, miraban la escopeta colgada del muro.