United States or Mauritius ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y si esto no lo veía, tan a la vista estaba, menos había de ver que ella, deformada por la obesidad, vieja y fea, no podía representar airosamente escenitas de celos, con mucho puchero y mucho remilgo.

De reedificarlo, querrá usted decir repuso Manuel ; pero cuidado con arrepentirse después, como le sucedió a una devota del santo, la cual tenía una hija tan fea, tan tonta y tan para nada, que no pudo hallar un desesperado que quisiese cargar con ella.

Hoy la antigua capital de ese reino morisco no es en su gran masa sino un gran poblachon, fea, triste, casi solitaria y en muy notable decadencia respecto de su pasado.

Y si a Dios le hubiera complacido haceros fea como a , de modo que los hombres no os hubieran andado detrás, nos hubiéramos podido limitar a nuestra familia sin tener que habérnoslas con esos señores que tienen sangre turbulenta en las venas. ¡Oh! no habléis así, Priscila dijo Nancy, arrepintiéndose de haber provocado aquella explosión ; nadie tiene motivos para censurar a Godfrey.

Fue peinadora, cosió para las tiendas y el corte, siendo desgraciada en todo, y por último se puso a lavandera. Pasó tiempo. La duquesita, esbelta y grácil, como un ángel de los que pintó Goya en San Antonio, se había convertido en una señorona de opulentas formas: Manuela, antes guapa, airosa y limpia, estaba fea, ordinaria, flaca, embastecida por el trabajo y desfigurada por las privaciones.

El tiempo era también execrable en aquel terrible mes de noviembre; la ciudad era fea y le disgustaba, así como toda aquella vida, que no valía más que el billete, desgarrado por un extremo, que llevaba en la mano. Todos los días hacía igual viaje: de su casa al liceo y del liceo a su casa. Podía contar los días por el número de billetes.

Encerrándose en sus conchas, Marianela habló así: Madre de Dios y mía, ¿por qué no me hiciste hermosa? ¿Por qué cuando mi madre me tuvo no me miraste desde arriba?... Mientras más me miro más fea me encuentro. ¿Para qué estoy yo en el mundo?, ¿para qué sirvo?, ¿a quién puedo interesar?, a uno solo, Señora y madre mía, a uno solo que me quiere porque no me ve. ¿Qué será de cuando me vea y deje de quererme?... porque ¿cómo es posible que me quiera viendo este cuerpo chico, esta figurilla de pájaro, esta tez pecosa, esta boca sin gracia, esta nariz picuda, este pelo descolorido, esta persona mía que no sirve sino para que todo el mundo le con el pie. ¿Quién es la Nela? Nadie. La Nela sólo es algo para el ciego. Si sus ojos nacen ahora y los vuelve a y me ve, caigo muerta...

A lo que don Quijote respondió: -Señora mía, mis desgracias, aunque tuvieron principio, nunca tendrán fin. Gigantes he vencido, y follones y malandrines le he enviado, pero ¿adónde la habían de hallar, si está encantada y vuelta en la más fea labradora que imaginar se puede?

Había caído trabajo extraordinario ¿eh?... De seguro que el día anterior, al ir a Jerez, había ganado algunas pesetillas diciendo la buenaventura o proporcionando polvos mágicos a las chavalas que se quejaban del desvío de sus amantes. ¡Ah, vieja bruja! Parecía imposible que tuviese tanto pesquis con una cara tan fea...

Y siguió relatando con rapidez aquella página fea, deseando concluirla pronto.