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Quería revelarle el terrible secreto cuanto antes, aquella misma noche. No había que perder ni un día; desde la mañana siguiente tenían los dos que cambiar de vida, había que poner puntales a la casa, y esto no admitía espera.... «En adelante, menos cavilaciones y más acción. Se trata de mi hijo.

Ese marquesito, o lo que sea, vino aquí un día y estuvo de visita con ella un cuarto de hora. Volvió a la semana siguiente, y la encerrona fue más larga, ¿te enteras? Después siguió viniendo cada tres o cuatro días. ¡Oh, cómo se le conoce en la cara a esa berganta, cuando le espera, cuando tarda, cuando no ha de venir! eres un simple y no ves nada.

Vestía la reina un magnífico traje de brocado de oro sobre azul, tenía cubierto el pecho de joyas, y en los cabellos, rubios como el oro, un prendido de plumas y diamantes. Espera al rey dijo para el padre Aliaga. Y adelantó hacia la reina. Margarita de Austria dejó sobre la mesa un devocionario ricamente encuadernado que tenía en la mano á la llegada del padre Aliaga.

Se hizo chacota de Julián, y, en penitencia de su torpeza, se le condenó a asistir inmediatamente, cansado y todo, a la espera de las liebres. La luna de aquella noche de diciembre semejaba disco de plata bruñida colgado de una cúpula de cristal azul oscuro; el cielo se ensanchaba y se elevaba por virtud de la serenidad y transparencia casi boreales de la atmósfera.

Al reunirse reconocieron unánimes la necesidad de la empresa de Trípoli, pues que para ella los había enviado S. M. Católica, juntando la armada; pero juzgáronla por de pronto irrealizable, conviniendo al fin en ir á los Gelves en espera de la gente y naos con que se había de reforzar la expedición.

Acá ronda distraído, por una acera, un par de guardias civiles ó gendarmas de estrambótico uniforme, que hacen recordar el carnaval; ó se detienen, con la conciencia de su inutilidad, a departir con algún barbero desocupado que espera á sus parroquianos en la puerta del taller, armado de su amenazante navaja.

»Hace dos años, antes de morir, me dijo nuestro hermano : No te he dicho todo lo que respecto á Juan; Dios no quiere que yo viva hasta que cumpla los veinticinco años: para entonces le espera una gran fortuna

Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste como quien espera tope de toro, y díjele: "¡Sus! Saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua."

Y aemás, no es una panoli de las que vistas una vez ya está visto too. Con ella siempre quea argo que desear, argo que se espera y no yega... En fin, Sebastián, no pueo explicarme bien... Pero no sabes lo que es una señora; así es que no me prediques y sierra el pico. Gallardo ya no recibía cartas de Sevilla. Doña Sol estaba en el extranjero. La vio una vez, al torear en San Sebastián.

Por la tarde llegó Jacoba con misterio y le entregó un billete de parte del conde. ¿Qué quiere de ese hombre? preguntó sorprendida y en tono despreciativo. No lo , señorita. Escribió la carta en mi casa y allí espera contestación. El billete del conde decía: «Amalia, que nuestra hija se halla en peligro de muerte.