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Hacia el fondo, el patio encalado abría una fascinación de aire libre; y los rayos del sol pasaban a través de un parral, varias veces centenario. Allí se agasajaba a las visitas, y más de un señor de título venía a escoger en persona una hoja para su espada. Hacía más de cinco años que Aguirre había abandonado el oficio. Era hombre adinerado y vivía a lo señor.

Y por último el inglés Dechard, de cara estrecha y larga, cabello cortado al rape y bronceado color. Tenía muy arrogante presencia, ancho de hombros, delgada la cintura. «Buena espada, pero un bribón de marcame dije al verlo. Le hablé en inglés, con ligero acento extranjero y vi asomar a sus labios una sonrisa, que reprimió en seguida.

5 Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema. 6 Llena está de sangre la espada del SE

De nuevo afilaré la espada mia, Digo mi pluma, y cortaré de suerte Que nueva excelencia á la porfia. Que ofrece la comedia, si se advierte, Largo campo al ingenio, donde pueda Librar su nombre del olvido y muerte. Fue desto exemplo JUAN DE TIMONEDA, Que con solo imprimir se hizo eterno Las comedias del gran LOPE DE RUEDA.

¿Y el ejército? preguntó el gigante . Habla usted, profesor, de que ya no hay guerras ni puede haberlas, de que terminó la casta militar al perder los hombres el disfrute del gobierno, y desde que llegué aquí he visto por todas partes á esas muchachas de casco con aletas y espada al cinto, así como á las otras que tripulan las máquinas voladoras.

Felipe le imitó en todo con simiesca exactitud, pero al tomar la espada lo hizo en tan ridícula y deplorable forma que pareció que recibía un bastón.

Unos y otros apelarán á la espada, á la lanza, á la saeta, como antes que Eulame trajese los inventos de los Hombres-Montañas, y en esta lucha de músculos y de agresividad feroz, el hombre va á acabar por vencer á la mujer. ¡Pero esto tardará tanto!... Antes de que la guerra termine serán muchas las víctimas, muchísimas; entre las primeras figurará Ra-Ra, si usted no lo remedia ... y yo moriré.

Créame usted: para ejército moderno, son ustedes muy pocos y mal organizados; para guardia interior, sobran muchos y son caros. No es de ustedes la culpa. Es de su Vocación que llega tarde, cuando España está muerta, por fortuna, para las empresas aventureras. Si resucita, ha de seguir una dirección que no será ciertamente la de la espada.

¡Ah! si sois rico y noble, ¿por qué no os casáis conmigo? Porque no puedo. ¿Sois casado? No. ¿Pues si no sois casado?... Mi cabeza está sentenciada... ¡Sentenciada! ¿Por qué delito?... Por haber puesto mano á la espada contra el rey. ¡Ah! ¿y sois noble? Porque soy noble; la misma noche en que fuísteis mía... ¡Callad!... pero si es cierto... yo preguntaré...

El desenlace de tales hechos fue, en Zaragoza la decapitación del Justicia mayor D. Juan de Lanuza, y algún tiempo después las de Pedro Fuertes, Dionisio Perez, Francisco Ayerbe, Don Diego de Heredia y D. Juan de Lunas; y en Teruel, fueron descuartizadas nueve personas en castigo de la muerte de los hermanos Novellas , que se habían mostrado propicios a la autoridad real, y que espada en mano, se defendieron heroicamente.