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La noche del entierro de su padre, el abate Constantín lo llevó consigo al presbiterio. El día había sido lluvioso y frío. Juan se hallaba sentado junto al fuego; el sacerdote leía su breviario; la vieja Paulina iba y venía arreglando todo. Una hora pasaron sin pronunciar una palabra, cuando Juan, de repente, levantando la cabeza dijo: Padrino, ¿mi padre me ha dejado algún dinero?

Así se ve pintado en una lámina en la hospedería alta del convento, y el entierro en la bajaTodo esto aumentó, como es consiguiente, la fama del asesinato del Prior de las Cuevas, suceso que entretuvo por largo tiempo á las gentes, y que bien merece consignarse, para saber como la gastaban algunos hombres del siglo XVII, cuando los contrariaban sus superiores. LA MONJA ALF

Poco a poco fue tomando el dolor de Segismundo acentos más tranquilos, y sentado a la cabecera del lecho mortuorio, habló con la santa de un asunto que necesariamente y por la fuerza de la realidad se imponía. «¡Ah!, no señora; dispense usted. Los gastos del entierro los pago yo. Quiero tener esa satisfacción. No me la quite usted, por Dios...».

La imagen, risueña, sonrosada, candorosa, con ropas flotantes y manto azul, llegaba más al alma de Lucía que las rígidas efigies de la catedral de León, cubiertas de rozagante atavío. Yendo una tarde camino de la iglesia, vio pasar un entierro y lo siguió. Era de una doncella, hija de María.

Declaró Margarita cómo a Cervantes había conocido cuando el entierro de su madre, y conteste estuvo con Florela. Ninguna de las dos declararon que Cervantes hubiese permanecido en la casa; y como Cervantes no había entrado en ella sino a trasmano y secretamente, conducido por Florela, ninguno de los de la casa sabía que en ella había estado aquella noche, y nada referente a él declarar pudieron.

Pasaron adelante en busca de los que habian hecho aquel entierro, creyendo dar luego con ellos, y juntamente con tierra habitable; mas, aunque caminaron otras tres leguas, no hallaron rastro y se les acabó el bastimento. Quisieron los soldados cazar patos en las lagunas que se encontraban, y como era con bala, no mataban nada.

Asistid á un entierro y las lágrimas que allí veréis, son cual el de las antiguas plañideras: estas desempeñaban su papel por el dinero: la india rinde un tributo á la costumbre; vió que lloró su madre cuando murió su abuela, y ella llora cuando se muere su madre, sin que esto sea obstáculo para reir ó bailar á las dos horas de verificarse el entierro.

«¡Señor! ¡dadnos pacienciaToda aquella gentuza, grandes y chicos, se habían propuesto acabar con la familia. Triste y ceñudo, como si fuese á un entierro, emprendió Batiste el camino de Valencia un jueves por la mañana. Era día de mercado de animales en el cauce del río, y llevaba en la faja, como una gruesa protuberancia, el saquito de arpillera con el resto de sus ahorros.

A la caída de la tarde he ido a la iglesia que está lindante con nuestro jardín, y he dado gracias a Dios. Para ir al templo, hay que atravesar el cementerio. He visto en él una fosa abierta, que me ha hecho pensar mucho en lo efímero de nuestra existencia. Mientras yo estaba contemplando la fosa se ha verificado el entierro. He presenciado una escena por demás conmovedora.

Esto es, el tesoro que hubiera absorbido Dorotea, si no hubiera muerto. Todo se arregló á las mil maravillas, porque el licenciado Sarmiento era hombre que lo entendía. El tío Manolillo pasó por asesinado por una mano oculta, y con su entierro se terminó el proceso.