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La cuna, la riqueza, el talento, la educación, a veces obrando separadamente, obrando otras de consuno, han subdividido siempre a los hombres hasta lo infinito, y lo que se llama en general la sociedad, es una amalgama de mil sociedades colocadas en escalón, que sólo se rozan en sus fronteras respectivas unas con otras, y las cuales no reúne en un todo compacto en cada país sino el vínculo de una lengua común, y de lo que se llama entre los hombres patriotismo o nacionalismo.

Milagro fué que, con estos ejemplos y esta educación, no salieran peores de lo que eran Jacinto y Angelita; en cuanto a Susana, la santita de la casa, nada podía enturbiar la limpidez de su alma angelical, ni alterar la esencia de su carácter: entre espinos y guijarros nacen así, flores delicadas. Y no eran los celos, la sola piedra de escándalo entre marido y mujer.

El uso de la radio-telegrafía ha avanzado mucho, siendo Argentina la primera república de la América del Sur que adoptó el telégrafo sin hilos para sus comunicaciones. Para el viajero, la Argentina es un país sumamente interesante. El sistema de educación comprende tres secciones, a saber: la primaria, la secundaria, la especial o técnica y la superior.

Eres mía y no has de hacer sino lo que yo te mande. ¡Pobre criatura, formada de sensibilidad ardiente, de imaginación viva, de candidez y de superstición, eres una admirable persona nacida para todo lo bueno; pero desvirtuada por el estado salvaje en que has vivido, por el abandono y la falta de instrucción, pues careces hasta de la más elemental! ¡En qué donosa sociedad vivimos, que se olvida hasta este punto de sus deberes y deja perder de este modo un ser preciosísimo!... Ven acá, que no has de separar de ; te tomo, te cazo, esa es la palabra, te cazo con trampa en medio de los bosques, fierecita silvestre, y voy a ensayar en ti un sistema de educación.... Veremos si tallar este hermoso diamante.... ¡Ah!, ¡cuántas cosas ignoras!

El moravo Comenius, adelantándose un siglo á Rousseau, había dicho: «Acordaos de la Naturaleza como en otros tiempos y adoptad su sistema para la educación.» Y dijo el sajón Offmann: «Acordaos de la Naturaleza, adoptando su sistema para la medicina

Es usted su igual por el espíritu y por la educación; es ella demasiado inteligente para no haber apreciado sus méritos... Sea usted menos modesto y no desespere de nada... De todas maneras, después de lo que acabo de decirle, ya ve usted que no he de hacerle yo la menor sombra.

Vístome, y vuelvo a olvidar tan funesto día entre el corto número de gentes que piensan, que viven sujetas al provechoso yugo de una buena educación, libre y desembarazada, y que fingen acaso estimarse y respetarse mutuamente, para no incomodarse, al paso que las otras hacen ostentación de incomodarse, y se ofenden y se maltratan, queriéndose y estimándose tal vez verdaderamente.

Entre esposos debe haber siempre la mayor confianza, ¿no es eso? En cuanto hay secretos, adiós paz del matrimonio. Pues bueno; ella quería leer de cabo a rabo ciertas paginitas de la vida de su esposo antes de casarse. ¡Como que estas historias ayudan bastante a la educación matrimonial!

El viaje, que nosotros llamamos libro abierto de instruccion, donde tanto puede aprenderse: el viaje, que ensancha los horizontes de la inteligencia, recreando el ánimo, y ofreciéndole siempre nuevos y variados teatros de observacion: el viaje, que completa la mejor educacion, que proporciona el inmenso júbilo de contemplar las bellezas de la naturaleza, de pararse aturdido y absorto delante de los prodigios que guarda en su seno: el viaje, que dotando de nuevos conocimientos al que estudia, permite análisis comparativos de las civilizaciones de los pueblos entre ; el viaje, que facilita el estudio de las costumbres, que dispierta el amor al estudio de las lenguas; el viaje, en resúmen, es para nosotros la mas perfecta de las educaciones, el mejor de los placeres, nuestra mas decidida inclinacion.

Por fin consiguió que su hija le siguiese, y aquella noche no la permitió volver al colegio. «Aquí no hay más madres que yo» dijo don Luis y desde entonces se consagró al cuidado y educación de su hija, sin perder por eso su desmedida afición a la cosa pública.