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Partiendo de este concepto, prescindiremos del mérito de los electos, de las virtudes que adornan al padre de uno, porque no hacen al caso en las circunstancias presentes, y del que haya podido adquirir otro en sus especulaciones de comercio y viajes á Filipinas, de que da noticia el empleado en el ramo de correos, cuya asercion parece tiende á mellar méritos reconocidos, á fin de hacer pasar mas fácilmente alusiones que están fuera de las reflexiones censuradas, olvidándose á la vez de que la primera autoridad de las Islas es superintendente de correos, bajo cuyo doble carácter comunica órdenes, que en concepto del que dice deben obedecer fielmente los administradores de correos, ora sean, ora dejen de ser empleados de la secretaría de gobierno.

Entonces, corriente. Dame hoy doble ración de ternura, porque desde mañana viviremos separados ... ¡Así lo exige la política! Habían llegado á la verja de la quinta de Montretout; entraron y pasaron la velada haciendo proyectos para el porvenir. Al día siguiente, como había dispuesto Roussel, Mauricio se presentó en la Celle-Saint-Cloud y fué recibido sin dificultades.

En ciertos momentos parecía sencillo, franco y sincero, como lo son todos los de su orden religiosa; pero en otros parecía haber dentro de él esa notable astucia, hábil diplomacia y penetrante doble vista del jesuita.

Algo he leído en el claustro sobre esas nuevas máquinas de guerra, dijo Roger. Y á duras penas comprendo cómo una bombarda pueda lanzar pesada esfera de hierro á doble distancia que la alcanzada por la flecha del mejor arquero, y con fuerza suficiente á destrozar armaduras y batir murallas. Así es, en efecto.

Alguna otra vez había pasado la Regenta por allí a tales horas, pero en esta ocasión, con una especie de doble vista, creía ver, sentir allí, en aquel montón de ropa sucia, en el mismo olor picante de la chusma, en la algazara de aquellas turbas, una forma de placer del amor; del amor que era por lo visto una necesidad universal.

Con lo cual, señor Resmilla, lograríamos doble resultado: para el Señor la conquista de un alma; y para nuestro propósito la posesión de una voluntad, dueña, en plazo más o menos breve, de lo que desean poseer las Hijas de la Salve. Perfectamente. Considerado así el asunto, Vd., ¿qué cree que debamos hacer? Que mi hermano riña lo antes posible con la novia, y luego manejarla a ella.

El fiero bogavante el homard, soberano de las ricas mesas descansaba sobre las tijeras de sus patas anteriores, arma poderosa como una doble hacha de combate. La langosta saltaba con agilidad por las peñas valiéndose de los ganchos de sus patas, herramientas de guerra y de nutrición.

Conservaría un sentimiento indeleble, al mismo tiempo de creerme obligada por su clemencia. Renuncio a esa doble carga. ¿Entonces? pregunté anhelante de emoción. También ella estaba conmovida, y en sus ojos brillaban las lágrimas. Su voz se debilitó y me dijo muy bajo: Creo que nos hemos engañado... No soy yo la mujer que le conviene a usted... y acaso no es usted tampoco como yo había creído...

¿Habéis oído nunca cosa semejante? dijo la señora Kimble riendo de muy buen humor por encima de su doble sotabarba, a la señora Crackenthorp, que parpadeaba de un ojo, meneaba la cabeza y tenía la amable intención de sonreír. Pero esta intención se perdió en ligeros rezongos y ruidos.

Supone usted que la religión de Cristo condena la carne, y luego dice usted para : pues voy á glorificar la carne, rebelándome contra la religión de Cristo. Parte usted de un error, fundado en el doble sentido de la palabra carne. Sin presumir de teólogo, sino como hombre de mundo, lego y profano, aunque no olvidado del Padre Ripalda, que aprendí en la escuela, digo que no tiene usted razón.