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¿Y no vino ningún médico? ; , señor, el doctor Campillos, que era el médico del coliseo; allá dentro estuvo encerrado mucho tiempo, con la difunta, y con el duque de Lerma, y con el inquisidor general, y con don Francisco de Quevedo. ¿Y no dijo de qué había muerto? ; , señor: de repente, de enfermedad natural. ¡Eso dijo! ; , señor, eso dijo. ¿Y eso ha escrito la justicia?

Jerónimo Cortés, soltero, hijo de Gabriel Cortés de Agustín, alias cap alt y de Jerónima Martí difunta; de oficio botiguero, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de treinta y un años, reconciliado y preso segunda vez.

Vestía la hija de Doña Paca una bata de franela color rosa, de corte elegante, ya descompuesta por el mucho uso, las delanteras manchadas de chocolate y grasa, algún siete en las mangas, la falda arrastrada, revelándose en todo, como prenda adquirida de lance, que a su dueña le venía un poco ancha, por aquello de que la difunta era mayor.

Y al fijar la mirada, obscurecida por las lágrimas en la luminosa corona, le parecía que por un nuevo prodigio su hermana muerta expresara los sentimientos que lo invadían; así como al través del espacio y del tiempo el pensamiento de la ausente llegaba hasta él, al través de la vida el alma de la difunta hablaba, repetía el consejo que sus oídos habían escuchado otra vez. «Ama y vive; creé y vive; espera y vive

A su lado, el monseñor, con sotana de seda y gesto compungido, movía los labios por la salvación de la difunta. «¡Hijo mío! Todos tenemos nuestras penas.» Y la pobre señora, al hablar así, miró á otra enlutada elegante que se mantenía en el cementerio á cierta distancia de ella, y parecía anonadada por una ceremonia que la había obligado á salir del lecho antes de mediodía.

En el escritorio estaba la correspondencia de la difunta, en cajas de cartón bastante viejas y una cartera llena de valores italianos y franceses así como algunos miles de pesos en monedas de oro y plata.

Aquí entra confesar que soy un es no es materialista, si no tanto que no pueda pasar entre las gentes del día, lo bastante para haber muerto emparedado en la difunta que murió de hecho ha catorce años, y que mató no ha mucho de derecho al ministerio de Gracia y Justicia, que fue matarla muerta.

Y de encendida que estaba, se puso pálida como una difunta. , , señora; es hijo natural del gran duque de Osuna. ¡Ah! Ahora comprendo... ¿Qué, doña Clara?... Nada, nada; pero había encontrado algo de singular en la mirada de ese joven. ¡Ya lo creo!... Cuando se entusiasma, cuando se embravece, se asemeja á su padre. ¿Pero estáis seguro, Montiño? ¿no os engañáis?

Doña Lupe, que pasó a ver a la difunta, se afectó tanto, que no pudo permanecer allí. «Hija mía dijo a su sobrina secreteándose , yo no puedo ver estas cosas fúnebres. Creo que me va a dar algo. La muerte me aterra, y no es que yo sea aprensiva. No me causa espanto ninguna enfermedad, como no sea el mal de miserere. Es lo que temo... En fin, que yo me voy de aquí al Monte.

Además, había gastado un caudal en la enfermedad, bien larga, de su difunta esposa. Y para remate de fiesta, tres meses hacía que un pícaro de la Isla á quien tenía dados quince mil reales á réditos se había declarado insolvente. Frasquito escuchaba todo esto serio, fruncido, sin asomo de borrachera, llevando las cañas á la boca con mano trémula.