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La noche en que me irritaste con la furia de tus deseos, y yo me defendí estúpidamente, como si fueses un extraño, concentrando en tu persona el odio que me inspiran todos los hombres, esa noche lloré al verme sola en mi cama. Lloré pensando en que te había perdido para siempre, y al mismo tiempo me sentí satisfecha, porque así te librabas de mi influencia... Luego llegó Von Kramer.

Otras veces sentía deseos de trabajar, para ponerse al nivel de la animosa compañera. Iba a hacer algo notable: tenía la cabeza repleta de ideas.

La pasión de domesticar se despertaba en ella delante de aquel magnífico animal que estaba pidiendo una mano hábil que lo desbravase. Y véase aquí cómo a impulsos de distintas pasiones, tía y sobrino vinieron a coincidir en sus deseos; véase cómo la tirana de la casa concluyó por mirar con ojos benévolos a la misma persona de quien había dicho tantas perrerías.

A pesar de esto, Fortunata se ponía tan nerviosa que no podía pegar los ojos en toda la noche, durmiendo algunos ratos de día. El enfermo no iba ya a la botica, ni mostraba deseos de ir a parte alguna, pareciendo caer en profunda apatía y reconcentrar toda su existencia en el hervidero callado y recóndito de sus propias ideas.

Y el caso le pareció á Miguel tan extraordinario, tan falto de razón, que al mismo tiempo que los compadecía experimentaba deseos de reir. Media hora después ya no se acordó de ellos. El coronel sabría organizar un nuevo servicio con mujeres, ya que la guerra no permitía otros domésticos. Además, él se aburría en Villa-Sirena, encontrando un nuevo gusto á la vida en Monte-Carlo.

Algunas veces, al ver que las letras danzaban ante sus ojos y su cabeza parecía rodar, como si repeliese toda idea, sentía deseos de lucha, feroces anhelos de herir a alguien.

Hecha la decisión, se llamó á un guía, y este, que era un viejo tulisan de los más conocedores del bosque, oyó con toda la imperturbable indiferencia india nuestros deseos, contestando con un sacramental y lacónico yo cuidado. El yo cuidado, en el lenguaje filipino, es la síntesis de la filosofía, es el extracto del refinamiento del yo y el no yo de Hegel y Krausse aplicado á la India.

La guerra en Macedonia le tocaba de cerca, como catalán. ¡Vamos á vengar á Roger de Flor! dijo gravemente. Y su tío sintió deseos de llorar y de reír ante esta fe simple, sólo comparable á la memoria retrospectiva del poeta Labarta y del secretario de pueblo que lamentaba todos los días la remota derrota de Ponza.

Me separé de él y te le entregué para que le educases, porque mi vida no era muy ejemplar, y en este pueblo, por lo dicho y por otras razones, se hubiera criado como un salvaje. fuiste más allá de mis esperanzas y aun de mis deseos, y por poco no sacas de Luisito un Padre de la Iglesia.

Mas Dios Nuestro Señor aceptó los deseos del P. Vice-Provincial para premiarlos, pero no la ejecución, porque hubiera caído en manos de aquellos bárbaros, que á su antojo le hubieran hecho pedazos.