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Cuando uno sabe para lo que sirve todo lo que da la tierra, y sabe lo que han hecho los hombres en el mundo, siente uno deseos de hacer más que ellos todavía: y eso es la vida. Porque los que se están con los brazos cruzados, sin pensar y sin trabajar, viviendo de lo que otros trabajan, ésos comen y beben como los demás hombres, pero en la verdad de la verdad, ésos no están vivos.

En fin, el señor L'Ambert, accediendo a los deseos de sus testigos, estaba dispuesto a declarar, en presencia de Ayvaz-Bey, que lamentaba muy de veras el haberle causado daño de una manera completamente involuntaria. Este razonamiento, tan justo de por , acrecentó la autoridad, por todos reconocida, del orador.

Durante sus reflexiones se sintió agitada por diversos y encontrados pensamientos, como si se hubiese partido interiormente en dos personalidades distintas. La imagen de Watson la confortaba todavía en estos momentos angustiosos. Era el hombre joven, el dominador, que surge en el ocaso de toda mujer acostumbrada á jugar cruel y fríamente con los deseos de los hombres.

Unos porque no se paran en psicologías, que juzgan inútiles, otros dotados de entendimiento sutil y perspicaz, porque lo aprovechan para escudriñar solamente el móvil interesado, casi nadie destapa esa mágica caja de sentimientos, y deseos, y esperanzas, y contradicciones, que se llama corazón humano. ¡Qué vergüenza sentiría Gonzalo si le dijesen que no se iba de Sarrió por no alejarse de la atmósfera que envolvía a su esposa, a quien cubría de dicterios en secreto, y afectaba despreciar ante el mundo!

Quiso avanzar Fernando en su carrera, ir destinado a una Legación, y la buena señora no se atrevió a oponerse a sus deseos. Ella quedaría en Madrid con su hija, mientras el primogénito daba en el extranjero nuevo lustre al apellido del padre.

Al cabo, observando que Jacinto tenía deseos de hablar aparte con Flora, cerró la boca y siguió componiendo la nasa mientras la abuela hacía rodar el argadillo también en silencio. El mozo de Fresnedo murmuró algunas frases al oído de la joven con su timidez acostumbrada. Flora le respondió con displicencia, con mayor displicencia de la que solía usar con él, aunque siempre había usado bastante.

Esta Causa del mundo, que le ha hecho de la nada, es la que llamaron los Griegos Theos, los Latinos Deus, nosotros Dios. Por la razon alcanzamos á Dios de esta manera. El entendimiento en todos sus conocimientos busca la verdad: ninguna verdad de este mundo, por muchas que recoja, le llega á satisfacer, porque queda siempre con deseos y ahinco de averiguar mas verdades.

-No te pregunto eso -respondió el caballero-, sino que me digas si me conoces . - conozco -le respondieron-, que eres don Pedro Noriz. -No quiero saber más, pues esto basta para entender, ¡oh cabeza!, que lo sabes todo. Y, apartándose, llegó el otro amigo y preguntóle: -Dime, cabeza, ¿qué deseos tiene mi hijo el mayorazgo?

Si llegásemos á entender, que en tierras muy distantes de las nuestras habia un Príncipe que tuviese virtudes muy superiores á las de otros, tesoros de inestimable valor comunicables á qualquiera que le buscase, y poseyese un Reyno felicísimo en todo para sus habitadores, nos vendrian deseos de vivir con él para ser poseedores de tantos bienes.

Pensó en el otro, en el falso diplomático, en aquel Von Kramer que tal vez había dirigido el torpedo que despedazó á su hijo... ¿No haría el demonio que lo encontrase alguna vez?... ¡Qué placer verse á solas los dos, frente á frente! Al fin huía de la soledad del camarote, que le atormentaba con los deseos de una venganza impotente.