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No quiere decir esto, sin embargo, que se remonten a ninguna época antidiluviana; pero razones de alta conveniencia impídenme precisar la fecha exacta en que este funcionario ministerial cambió su nariz aguileña por una nariz recta. Por eso he dicho en aquellos tiempos, hablando de una manera vaga como los fabulistas.

La joven le leyó, se dominó, se puso pálida, y miró con una elocuente ansiedad á la reina. , ; ve amiga mía dijo la reina ; pero no te olvides de decir á doña Juana que la espero para volverme á mi cámara. Doña Clara se arrojó á los pies de la reina, y la cubrió las manos de besos y lágrimas. Luego se levantó y dió á correr, como una loca, hacia sus habitaciones.

Eso es verdad dijo el campanero . Aquéllos eran los buenos tiempos, y por que volviesen fuimos muchos a tiros en las montañas. ¡Ay, si hubiera triunfado don Carlos! ¡Si no hubiésemos tenido traidores...! ¿Verdad, Gabriel? , que hiciste la guerra lo mismo que yo, podrás decir si tengo razón. Calla, Mariano dijo Gabriel sonriendo tristemente . No sabes lo que dices.

Olvidábaseme de decir como Grisóstomo, el difunto, fue grande hombre de componer coplas; tanto, que él hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos para el día de Dios, que los representaban los mozos de nuestro pueblo, y todos decían que eran por el cabo.

Quiere el autor esplicar la accion del percloruro de hierro en el tratamiento de la púrpura hemorrágica, y atribuye los efectos á su accion directa, es decir, química, sobre la sangre. Es completamente un absurdo. Se apoya, es verdad, en diversos autores y particularmente en Burin-Dubuisson, que es el que á su manera ha tratado con mas estension del percloruro de hierro.

Lo producido en los años económicos de 1873 á 74, y de 1874 á 75 no lo conocemos, si bien ha de haber aumentado considerablemente, si se tiene en cuenta que solo en el año 1875 se concedieron 61 licencias, es decir, 27 más que el año 1872. Si riqueza hay en los montes, no la hay menos en sus dilatados manchones de vegas y cañadas.

; eran bocas de flor que se abrían para decir a Feli que era muy bonita. Y yo continuaba con gravedad me adhiero a la sabia opinión de este mitin florido. La brisa de la tarde estremecía los árboles, y una nevada de pétalos caía sobre Feli, enredándose en su peinado.

Ya tiene el prestamista una finquita que vale doce o diez y seis, por poco más de cuatro; la cual finquita se distribuye después, en partes proporcionales, entre el que preparó el negocio y el que le remató; es decir, entre el mayordomo y el usurero...; más claro: entre Simón y su cómplice. Pero se le descubrirla el juego hecho así, por la prenda misma. No hay tal.

Y se dirigió á una puerta en paso rápido, poderoso, en que se revelaba la excitación de que estaba poseída. Don Juan la siguió. Y dominado por lo extraño, por lo maravilloso, y aun podemos decir por lo terrible de la situación, ni aun se acordó de que iba pobremente vestido, con su sombrero ajado, su capilla parda y sus botas de camino enlodadas hasta las corvas.

La reflexion no basta para despojarnos de la inclinacion natural; y la razon, aun la mas cavilosa, si alguna vez puede hacer vacilar los fundamentos de esta creencia, no alcanza á convencerla de errónea. Los que dan mayor importancia á esas cavilaciones podrán decir que no sabemos si existen los cuerpos, pero probar que no existan.