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Solo en los tiempos de incontaminada y pura toma el arte aquel carácter decidido y significativo que revela claramente á primera vista la idea que le ha dado el ser.

Así que asoma el señor Colignon en el jardín, los viejos, desparramados de un lado y otro, acuden a él, con paso vacilante y premioso, como entre sueños, cuando los movimientos están entorpecidos por rémoras pesadas e invisibles. Uno, señaladamente, se rezaga. Viene con paso majestuoso y talante indiferente, decidido a no mostrar vulgar premura: es Apolonio.

Lo mismo que yo, tenia un amor decidido por la soledad, el gusto por las ciencias secretas y un alma capaz de abrazar al universo; pero tenia ademas la compasion, el don de los agasajos y de las lagrimas, una ternura ... que ella sola podia inspirarme, y una modestia que yo nunca he tenido. Sus faltas me pertenecen: sus virtudes eran todas suyas. Yo la amaba y le prive de la vida.

Felipe Auvray parecía estar enojado con Amaury. En un principio había decidido no asistir al baile por juzgarse lastimado en su dignidad; pero, más fuerza que esta consideración había hecho en su ánimo el deseo de poder decir al día siguiente que había estado en el gran baile con que el doctor Avrigny celebraba el enlace de su hija, y no pudiendo resistir a los requerimientos de su amor propio, había ido como todos.

Luciana continuó: ... me he decidido... Hace mucho tiempo que Máximo había pedido mi mano... y yo vacilaba... La abominable conducta de Lautrec me ha hecho ver el valor de cada uno. Cuento con usted dije con voz ahogada, para justificarme con Máximo. Quiero tener su estima.

Era evidente, entonces, que la entrevista debía verificarse en ese punto, el 6 de marzo, dado que no había otro templo de ese nombre. Si mientras tanto no podía conseguir mayores datos sobre Paolo Melandrini, estaba decidido a acudir a la cita y vigilar al que estuviese allí.

Está decidido que no sirvo para pedir licencia. Otro al canto; un testaférreo; un sueldo al testaférreo; seguridades contra seguridades, fianza, depósito, licencia, en fin.

Es preciso que te distraigas y no te encierres en una alcoba de enfermo. Liette no regateaba nada de esto; era muy feliz. Después de las mortales angustias que acababa de pasar, su corazón se dilataba con esta nueva esperanza: ¡Dios me conservará mi madre! Bien puedes dar las gracias a ese buen don Raúl decía la enferma; sin él, nunca me hubiera decidido a semejante viaje.

Salabert hizo un gesto de impaciencia y volvió a quedar sumido en sus reflexiones. Estaba decidido a celebrar una conferencia con su esposa acerca de intereses. Esta jamás le había hablado nada de dinero. El no se creyó jamás en el caso de darle cuenta de sus especulaciones y negocios. D.ª Carmen tampoco entendería nada si se la diese.

No te comprendo interrumpió doña Manolita . Ya no eres tan criatura que no sepas lo que es amor, ni atines a descubrirle en tu pecho. ¿No es brioso, bello, valiente, pulcro y discretísimo D. Jaime? ¿No es libre? ¿No te ama? ¿No te da pruebas de amor, decidido, como está y como me ha dicho, a casarse contigo? ¿No es un caballero bien nacido y honrado?