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«¡Qué vida tan estúpidapensó Ana, pasando a reflexiones de otro género. Aumentaba su mal humor con la conciencia de que estaba pasando un cuarto de hora de rebelión. Creía vivir sacrificada a deberes que se había impuesto; estos deberes algunas veces se los representaba como poética misión que explicaba el por qué de la vida.

El contraste de los dos deberes que pesaban sobre su conciencia, el de vengar a la muerta, insistiendo en la acusación, y el de respetar su memoria callándose, debía haberse borrado al anunciarse la confesión de la reo; pero lejos de eso, en aquel mismo punto se agravaba.

El pastor daba, naturalmente, el ejemplo de esos deberes sociales; porque a los espíritus de Raveloe no les hubiera sido posible, sin una revelación divina particular, el pensar que un eclesiástico debía ser un pálido momento de las solemnidades del culto en lugar de ser un hombre dotado de defectos razonables, cuya autoridad exclusiva de leer las oraciones y de predicar, de bautizar, casar y enterrar, coexistía necesariamente con el derecho de venderos el terreno para inhumaros, y de percibir el diezmo en especias.

No hace muchos días que la llegada inesperada a Madrid de un extranjero, antiguo amigo mío de colegio, me puso en la obligación de cumplir con los deberes de la hospitalidad. Acaso sin esta circunstancia, nunca hubiese yo solo realizado la observación sobre que gira este artículo.

Cabalmente, la ordenación nos impone deberes más estrechos que a los demás cristianos, y es doblemente difícil que uno de nosotros sea bueno. Y para serlo del modo que requeriría el camino de perfección en que debemos entrar al ordenarnos de sacerdotes, se necesita, aparte de nuestros esfuerzos, que la gracia de Dios nos ayude. Ahí es nada.

Siendo un hombre excepcional no puede sacrificar deberes altísimos a otros más pequeños, teniendo en cuenta que en sus relaciones amorosas nada hubo que pueda perjudicar en lo más mínimo la honra de su señora cuñada. Mario se sintió herido y confuso. Pensó, y acaso no le faltaba razón, que lo del empleadillo de mala muerte iba con él.

Sin embargo, a pesar de las tiernas exhortaciones de la señora de Aymaret, era imposible que Beatriz no se sintiese profundamente turbada por las reflexiones que forzosamente había de sugerirle la muerte de la señora de Montauron; era imposible que en adelante no le pareciesen todavía más pesados sus deberes, todavía más amargas sus contrariedades.

A la verdad infinita no puede serle acepto el error, á la bondad infinita no puede serle grato el mal: luego el afirmar que todas las religiones son igualmente buenas, que con todos los cultos el hombre llena bien sus deberes para con Dios, es blasfemar de la verdad y bondad del Criador. Es imposible que todas las religiones sean una invencion humana.

Si entre vuestros alumnos se encuentra alguno que haya de adquirir con el tiempo esclarecida nombradía, dirigidle la misma pregunta, á ver si acierta á decir algo que la desentrañe y la ilustre. Es demasiado cierto, os responderá, que los hijos faltan con mucha frecuencia á sus deberes para con sus padres; pero, si no me engaño, la razon de esto se halla en la misma naturaleza de las cosas.

, excepto el domingo. ¿Entonces os levantáis?... A las cuatro y media. ¿Y es de día? ¡Oh! en este tiempo . Levantarse así, a las cuatro y media, ¡es admirable! Nosotros terminamos nuestra jornada muchas veces a la hora en que vos la comenzáis. ¿Y os gusta vuestra carrera? Mucho, señorita. ¡Es tan lindo tener su existencia recta ante , con sus deberes bien claros y bien definidos!