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Con ese cuero robao el arreglaba el pastel, y allí entre el pulpero y él, se estendía el certificao. 737 La echaba de comedido; en las transquilas, lo viera, se ponía como una fiera si cortaban una oveja; pero de alzarse no deja un vellón o unas tijeras.

Nos vestíamos con tejidos domésticos; matábamos los animales para aprovechar únicamente el cuero y el sebo, dejando la carne a los caranchos; cultivábamos la tierra para las necesidades de casa nada más... Después vinieron los buenos tiempos de la exportación y de la inmigración, y dos y dos tampoco fueron cuatro.

Como decían en el inmediato pueblo de la Presa, era un hombre que, vistiese como vistiese, tenía aire de señor. Llevaba casi siempre botas altas, gran chambergo y poncho. Pendiente de su diestra se balanceaba el pequeño látigo de cuero, llamado rebenque. Los edificios de su estancia eran modestos.

Es lo cierto que lo he pagado muy bien: me cuesta cuatro mil buenos francos de menos en mi bolsa. ¡Ya lo creo, señora! Mi carruaje de gala no me costó menos de cinco mil francos, contando el cuero de tigre para los pies, que él solo me costó quinientos.

10 de la manera que se quita del buey del sacrificio de la paz; y hará el sacerdote perfume de ello sobre el altar del holocausto. 11 Y el cuero del novillo, y toda su carne, con su cabeza, y sus piernas, y sus intestinos, y su estiércol;

1182 Es el pobre en su orfandá de la fortuna el desecho, porque naides toma a pechos el defender a su raza: debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos. 1183 Y han de concluir algún día estos enriedos maaditos; la obra no la facilito porque aumentan el fandango los que están, como el chimango sobre el cuero y dando gritos.

Marcenes quiso obedecer la orden de su jefe, pero no le fué posible; el martillo cayó sobre el pistón sin hacer estallar el fulminante. Entonces, con decisión marcial, arrojó el arma que no le servía de nada, sacó el sable de la vaina de cuero e hizo esfuerzos supremos por alcanzar al alcalde, que con valor temerario se le había adelantado lo menos veinte pasos en la persecución del ladrón.

¡Vil ratón de cocina! ¡asesino! ¡infame! exclamó el cocinero mayor ; ha muerto por haber comido una perdiz que se sirvió en la mesa de su majestad. Todos se pusieron pálidos; pero Cristóbal Cuero conservó toda su serenidad. ¿Y ha comido la reina? dijo. La providencia de Dios ha salvado por fortuna á su majestad.

Que el paje Cristóbal Cuero era el amante de la Inés Martínez. Que el galopín Cosme Aldaba andaba en inteligencias con los unos y con los otros, que había sido despedido por el cocinero mayor y que su mujer le había enviado á las cocinas.

A la mesa, que ya está la comida dijo el gigante; y a ver si haces lo que hago yo, que me voy a comer todo este buey, y te voy a comer a ti de postres. Está bien, amigo dijo Meñique. Pero antes de sentarse se metió debajo de la chaqueta la boca de su gran saco de cuero, que le llegaba del pescuezo a los pies.