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«Vamos á cuentas se decía una tarde, sentado en frente de la ventana de su cuarto, y mirando cómo se ocultaba el sol detrás de una montaña, entre vivísimos resplandores. Llevo en este pueblo tres meses; he gozado á mis anchas y con las ilusiones de un niño, es decir, he gozado cuanto es posible en esta vida de zozobras y de aprensiones, tres semanas.

«Pues vamos a cuentas. ¿Usted quiere que establezcamos la posibilidad, esta es la cosa, la posibilidad de casarse con un Rubín?». señor respondió Fortunata con cierto miedo, espantada aún por aquello de los gusanos.

No hablemos más de esto dijo. ¡Pero!... exclamó Dorotea... En resumidas cuentas... dijo un comediante como don Bernardino de Cáceres es vuestra sombra, y se ha encontrado con otra sombra mayor... ¡Ah!

Al cabo de algunos meses de este régimen inflexible, llegué a un estado de salud artificial y de solidez de espíritu que me parecía apropiada para emprender mucho. Comencé por saldar mis cuentas con el pasado. Ya sabe usted que había tenido la manía de los versos.

Esta negra, durante los años que tuvo aquel comercio, fué su criada, su ama de gobierno, su dependiente y su concubina. De ella tuvo varios hijos. Cuando hubo ahorrado algunos miles de duros para restituirse a España, liquidó sus cuentas vendiendo la taberna, el mobiliario, la negra.... ¡y los hijos!

La puerta de una tienda de ultramarinos dejaba escapar en la esquina próxima un cuadro de luz vivísima, y veíase en el fondo al tendero, inmóvil ante el mostrador, ajustando sus cuentas. A cuarenta pasos, debajo de un andamiaje, una farola hacía resaltar las negras siluetas de un chulo de chaquetilla corta y una chula de falda almidonada y pañuelo de seda a la cabeza, que dialogaban vivamente.

Decreto del Rey accediendo a la liquidación de cuentas solicitada por Velázquez antes de emprender su segundo viaje a Italia.

Relativamente al cuarto viaje del descubridor de las Indias hay constancia oficial en las cuentas de Rodrigo de Narváez conservadas en Simancas , importante al fundamento de lo que va expuesto, por esta partida: «Data.

Acercósele Jacinta, mostrándole severidad y conteniendo la risa... pidiole cuentas de sus horribles crímenes. ¡Arrancar la cabeza a las figuras!... Escondía el Pituso la cara muy avergonzado, y se metía el dedo en la nariz... La mamá adoptiva no había podido obtener de él una respuesta, y las acusaciones rayaban en frenesí.

Los billetes de banco no le gustan, porque dice que las damas no deben tocar más papeles que cartas de amor y cuentas pagadas, y que con las criadas oros son triunfos.