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Repliqué con una mentira: desde varios días antes me sentía enfermo, el calor de la víspera me había causado una especie de vértigo y rogaba a Magdalena que me excusara la triste figura que hice al encontrarla. ¿Magdalena?... continuó Oliverio. Pero nosotros no tenemos cuentas que arreglar con Magdalena... Hay cosas que no le incumben...

Fórmese por las cajas reales un estado exacto del ramo de guerra, con distincion de lo producido en esta capital y su jurisdiccion, del que se recoge en Montevideo; el que verificado, pase al Tribunal de Cuentas y Sr.

«Pues no lleva usted ahí pocas cosas dijo la Petra, cogiendo el libro y hojeándolo rápidamente, con mohines de lectora, aunque más bien deletreaba que leía . ¿Esto qué es? Un libro para llevar cuentas. ¡Cómo me gusta! Marzo, dice aquí, y luego Pe...setas, y luego céntimos. Es mu bonito apuntar aquí todo lo que sale y entra.

Don José, cuando no hacía cuentas con el aperador, ó bien oía á los caseros, que venían á verle y á informarle de todo desde las caserías, ó se largaba á la botica, donde había tertulia perpetua y juego por mañana, tarde y noche.

El viajero, abismado en sus reflexiones en medio de aquella multitud inmensa, cuyo rasgo característico es el de ofrecer siempre el aspecto del ocioso que corre en pos del placer y no del que marcha en busca del trabajo, había acabado por sacar una carterita de piel de Rusia y puéstose a ajustar en ella enmarañadas cuentas.

Era la música que tocaba en el paseo, frente al Casino. Por debajo de las achatadas palmeras desfilaban, como las cuentas de un rosario de colores, las sombrillas de seda, los sombreritos de paja, los trajes claros y vistosos de toda la gente de veraneo. Los niños, vestidos de blanco y rosa, saltaban y corrían tras sus juguetes, o formaban alegres corros girando como ruedas de colores.

Acaso el agradecido perro la hubiera saludado más señaladamente desde lejos y a despecho de la fiesta, si no sintiera la mano de su señor, que según sus cuentas le mandaba quietud y silencio, y así todo quedó tranquilo.

Fuí muy bella, y entonces me daba lo mismo. ¡No conocía mi riqueza...! Ser bella para su marido es como si una no lo fuera... Cierto que yo me enorgullecía con mi línea y con mi rostro; durante mucho tiempo gusté la envidia de las mujeres. Este placer harta pronto. Pasaron los años y me engañó mi marido. Esto me puso en guardia; pero, en fin de cuentas, no me importaba tres cominos.

El duque de Sesa ¡cielos! ¿Con tanta sangre y desvelos? ¿Y qué la fama escribió Por tan extraños caminos Su historia en libros de cuentas, Y no con plumas atentas En sus anales divinos? De seis mil escudos de oro Que en Valladolid le dieron; Otros diez mil en Madrid, Y veinte mil en Toledo A Nápoles se enviaron. Señor Contador, dejemos Partidas de diez y veinte; ¿No hay suma?

Pero leamos; y en seguida así leyó el soldado: "Mi buen Antúnez, he llegado con órdenes de Su Majestad a la Aljecira en las galeras de Leiva: vuestras cuentas las he aprobado: no por ellas, sino para asunto de importancia quiero estar a recaudo en esa aldea y en vuestra casa, a hurto de todo curioso, por dos o tres días. Ese billete entregadlo, y vuestra vida me responde de vuestra fidelidad.