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»No cómo hará su padre para lograr que ella me deje marchar; pero él me ha dicho que eso corre de su cuenta, y ya debe tener su plan trazado.

18 y juntaron a toda la congregación en el primero del mes segundo, y fueron reunidos por sus linajes, por las casas de sus padres, según la cuenta de los nombres, de veinte años arriba, por sus cabezas,

Los periódicos españoles hablan poco de las cosas de fuera de casa, y sólo dos veces encontró en ellos el nombre de guerra de Leonora, al dar cuenta de sus triunfos artísticos. Había cantado en París, como una artista francesa, asombrando la pureza de su acento; había estrenado en Roma una ópera de un joven maestro, preparada por el reclamo editorial como un gran acontecimiento.

La naturaleza es hermosa, ; todos debemos comprender su encanto, pero hemos de saber gozarla con prudente alegría, no abandonándonos jamás á sus fatales sugestiones. Uno de los grandes placeres del baño, de los cuales no siempre nos damos cuenta, pero que no por eso deja de ser real, es que momentáneamente se vuelve á la vida de nuestros remotos antepasados.

Considerad ahora todos estos cómo quedarían, los unos sin mercaderes ni sábanas, y los otros burlados y sin comedia: aquella noche anduvimos poco, y eso fuera de camino, y á la mañana hicimos cuenta con la bolsa y hallamos tres reales y medio, todo en dinerillos.

Pálida, con el corazón fuertemente contraído y en un estado de desfallecimiento que le hacía tambalearse, bajó la escalera sin darse cuenta.

A la página siguiente se encontraba con que el filósofo ya lo había tenido en cuenta y lo deshacía de un soplo.

Y, sin embargo, me daba cuenta de que nada en aquella crisis de mi vida habría podido curarme como el amor de una criatura como esa. Volví a su lado, pero nada le dije.

Pronto cayó Cornias en esta cuenta; y para salir del paso honradamente, despilfarrose un poco más, barajando de mala gana, a media voz y de medio lado, sin desatender su faena «una virada en redondo», «mucha trapisonda», «garranchos como arena» y «los rociones hasta la cara». Replicáronle que cómo pudieron empaparse los demás y quedar él tan enjuto como estaba a lo cual, y viéndose cogido por el medio, respondió que no había más, y que bastante era para lo poco que les había costado y lo menos que les importaba.

«En las ciudades do el incendio brama «El cacique con látigo sangriento, «Abusando del triunfo que le infama «Marca y cuenta los hombres ciento á ciento. «Débil rebaño que se inclina inerme «Á un yugo ó deshonroso ó inhumano! «Pueblos, formad una Santa-Alianza «Y presentaos la mano.