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Pero de estos «señoritos góticos» como dicen en España, ¿qué apoyo puede esperar una mujer? Entre las niñas que asistían a la fiesta estaba Inés, hija de mi excelente amiga Clotilde, cuya situación económica es bastante precaria. Inés ha recibido una educación esmerada y es, además, muy inteligente y muy espiritual. Yo siento por ésta interesante y bella criatura hondo afecto.

Quedaron convenidos para el día siguiente en hacerse cargo de la criatura, pero tan pronto hubo salido M. Trouchin, su amigo Rousseau, embozado en un capote de paño oscuro, se aproximó al lecho de la recién parida, y a pesar de sus lágrimas, cogió él mismo a su hijo y se lo llevó al Hospicio, perdiéndolo para siempre, pues ni siquiera le puso al entregarlo marca de reconocimiento.

Cada una de ellas le parecía no pronunciada antes por nadie, creada con talento supremo para que ella expresara sus pensamientos recónditos. Y para oírla, se había quedado. Su alma fue desde ese instante el asiento de la más absoluta admiración. Jamás había creído llegar a depender así de una criatura humana.

No se meta usted en mis dominios, señora. ¡Eh!... Nela gritó Sofía, viendo que la muchacha estaba a larga distancia . No te alejes mucho; que te vea yo para saber lo que haces. ¡Pobre criatura! dijo Carlos . ¡Quién ha de decir que eso tiene diez y seis años!

«¿Qué relacion diré pues que tiene la duracion de la criatura á vuestra eternidad? y no erais antes que yo? y no seréis despues de ?

Amo a Electra con amor tan intenso, que no aciertan a declararlo todas las sutilezas de la palabra humana. Desde que la vieron mis ojos, la voz de la sangre clamó dentro de , diciéndome que esa criatura me pertenece... Quiero y debo tenerla bajo mi dominio santamente, paternalmente... Que ella me ame como aman los ángeles... Que sea imagen mía en la conducta, espejo mío en las ideas.

Tal fue la primera idea que se le ocurrió a Silas, estupefacto de sorpresa. Sin embargo, ¿era aquello un sueño? Se puso de pie, aproximó los tizones, y echando encima algunas virutas y hojas secas consiguió levantar llama, pero la llama no hizo desaparecer la visión: no hizo más que iluminar más distintamente la pequeña forma regordeta de la criatura, así como sus miserables ropas.

El peatón postal, único eslabón que los unía con el mundo circunvecino, contaba algunas veces maravillosas historias de Campo Rodrigo, diciendo a menudo: Allí arriba tienen una calle que deja muy atrás a cualquier calle de Red-Dog; tienen alrededor de sus casas emparrados y flores, y se lavan dos veces al día; pero son muy duros para con los extranjeros e idolatran a una criatura india.

Entretanto, las damas se habían adelantado ya curiosas por saber qué habría podido llevar allí al solitario tejedor en circunstancias tan extrañas e interesándose por la preciosa criatura.

Le dirás... ¡veremos cómo sabes dar el recado! Le dirás que tengo un niño... ¿oyes? No vayas a equivocarte.... Bueno, un niño.... Un niño... no sea que digas una niña, tonto; un niño, un niño. ¿No le digo más? Y que ya sabe lo que me ofreció... y que si quiere ponerse por padre de la criatura... y que mañana se bautiza. ¿Nada más? Nada más.... Esto... bien clarito.