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Con relación a los sentimientos morales, el impulso mecánico del utilitarismo ha encontrado el resorte moderador de una fuerte tradición religiosa. Pero no por eso debe creerse que ha cedido la dirección de la conducta a un verdadero principio de desinterés.

Creo todavía que mas abajo, lo mismo que en Yungas, las montañas, compuestas de una materia arenisca, pertenecen ó al órden devoniano ó al órden carbonifero, así como pudiera tambien creerse que las llanadas, ni mas ni ménos que en Moxos, están cubiertas de aluviones modernos, ó de terrenos diluvianos . Rios.

Esta buena cualidad, que no fue sólo tolerancia, sino curiosidad simpática y afición respetuosa al saber de los vencidos, valió de tal suerte que, durante algunos siglos, acaso hasta después de las últimas cruzadas, pudo creerse que el mundo musulmán era más culto que el mundo católico, y los espíritus superficiales pudieron esperar ó temer que el islamismo en Asia, en el norte de Africa y en España, arrebatase al cristianismo europeo la bandera del progreso y la antorcha de la cultura.

Don Pompeyo llevaba los pies encharcados, y era sabido que la humedad le hacía mucho daño, le ponía nervioso y con esto se le achicaba el ánimo. No hay Dios, es claro, iba pensando, pero si le hubiera, podría creerse que nos está dando azotes con estos diablos de aguaceros. Llegaron a lo alto, a la cima de aquella loma.

Pensaba en sus amoríos anteriores, en los triunfos de admiración y curiosidad conseguidos por su arrogancia torera; conquistas que le llenaban de orgullo, haciéndole creerse irresistible, y ahora le inspiraban cierta vergüenza. ¡Una mujer como aquella, una gran señora que había corrido mucho mundo y vivía en Sevilla como una reina destronada! ¡Eso era una conquista!... A su admiración por la hermosura uníase cierta reverencia de antiguo pilluelo lleno de respeto por los ricos, en un país donde el nacimiento y la fortuna tienen gran importancia. ¡Si él consiguiera llamar la atención de aquella mujer! ¡Qué mayor triunfo!...

Era don Bernardino uno de estos jóvenes fatuos, que han frecuentado siempre los vestuarios de los teatros en busca del desinteresado amor de una bailarina, sin encontrarlo jamás, y que acaban por creerse adorados de una especie de desecho del mundo, que les hace pagar el vidrio como si fuera diamante; galanes que se creen hermosos y discretos y valientes, y junto á los cuales no se puede estar un minuto sin sentir desprecio ó cólera.

Considerado como tal está el Pamphilus, que es uno a modo de drama, en exámetros y pentámetros latinos, remedando el estilo de Ovidio. Este drama viene inserto como apéndice en la edición del señor Krapf. Se ignora el nombre de su autor y la época en que se compuso, si bien puede creerse que no es anterior al siglo XII y que su autor hubo de vivir en algún monasterio del centro de Europa.

La significación de estos personajes, que forman una especie de parodia del argumento principal, tiene mayor importancia de la que podría creerse á primera vista.

Pero suponiendo, contra todo lo que debía creerse, que hubiera grandes motivos para que conmigo fuera tan tenaz en su reserva, y confesando que no tenía derecho alguno para que me mirara con blandos ojos, ¿por qué se mostraba tan triste, desalentada y taciturna delante de Ángel como de ? Que fuera inclemente conmigo, se comprendía; ¡pero con él!...

No vaya á creerse que el tío Jeromo, porque tiene un hijo estudiante, es hombre rico tomada la palabra en absoluto; el marido de la tía Simona tiene, para labrador, un pasar, como él dice.