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El 6 de noviembre del mismo año se representó La fiera, el rayo y la púrpura, para solemnizar el natalicio del Rey sólo ante los cortesanos, repitiéndose luego para el público desde el 11 al 25. Con motivo de estas representaciones públicas se mencionan los diversos asientos de los espectadores, llamándoseles de esta manera: Aposentos del primero, segundo y tercer suelo. Cazuela. Taburetes.

La escena posterior no es desemejante á la de la comedia, en que Segismundo recibe los primeros homenajes de los cortesanos, con la diferencia de que aquí es todo simbólico.

En otras, personajes del más alto rango, ya disgustados de la monotonía de la vida cortesana, ya por otras causas, viven entre labradores ó pastores, vestidos como ellos, y cuando la casualidad los reune con otros cortesanos, aprovechan su disfraz para mostrar la más fina ironía y hacer las observaciones más mordaces contra la libertad de los habitantes de las aldeas y su candor aparente.

Azzahira se levanta en pocos años en la frondosa ribera del Guadalquivir emulando las portentosas construcciones de Azzahra; agrúpansele en torno las deliciosas quintas de los wazires, katibes, generales y cortesanos; puéblanse de torres, granjas y jardines, todos los terrenos hasta ahora no cultivados de la sierra y de la campiña, y la Aljama de la capital, notablemente engrandecida, va á ostentar como trofeos del mahometismo triunfante los despojos de la mas rica catedral cristiana clavados en su techumbre.

A veces sus pasiones son inferiores a las más comunes y vulgares. Por eso ha dicho un clásico escritor francés, gran ironista, que es más fácil estar por encima de los reyes que a su altura. Ahora bien: el rey y la reina tienen su círculo palatino: políticos, militares, gentilhombres, azafatas, cortesanos, etc., los cuales se dividen entre los anhelos de la reina y los anhelos del rey.

¡Viva mi amo y señor, el duque Meñique! gritó el gigante, con una voz que puso azules de miedo a los cortesanos, quebró el estuco del techo, e hizo saltar los vidrios de las seis ventanas.

Pero no hay que confundir a la Corte y los cortesanos con la aristocracia. Talvez la mayor parte de los verdaderos cortesanos no pertenece a la aristocracia, la cual, en España, si vale mucho menos intelectualmente que la de Inglaterra y Francia, tiene mejores cualidades morales. Ese orgullo insolente de los nobles de otros paises no se conoce en España.

Don Andrés y los más graves de sus adeptos, andaban preocupados recordando fechas y haciendo cuentas con los dedos, como cortesanos que forman sus cálculos en vísperas de la declaración de mayor edad del príncipe. El íntimo amigo y lugarteniente de la casa de Brull, era el más enterado.

No lo rompas en mil pedazos, emperador: él te sirvió bien mientras pudo: yo no puedo vivir en el palacio, ni fabricar entre los cortesanos mi nido. Yo vendré al árbol que cae a tu ventana, y te cantaré en la noche, para que tengas sueños felices. Te cantaré de los malos y de los buenos, y de los que gozan y de los que sufren.

La osadía de sus ataques contra los potentados de la tierra, contra la corte y los cortesanos, contra clérigos y frailes, es un fenómeno insólito en la literatura española, sorprendiéndonos sobremanera esa libertad que reinaba en el teatro, y esas sátiras de Tirso en una época en que el poder de la Inquisición se encontraba en su apogeo.