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Así la moda va, poco a poco, por contagio, exagerándose, hasta que muere por sus propios excesos. La psicología de estas exageraciones reside en que no queremos pasar inadvertidas. Las mujeres nos ofendemos cuando nos miran mucho; pero nos ofendemos mucho más no mirándonos nada. Por aquí también anda el diablo en su doble forma de coquetería y soberbia.

María Teresa, dueña de misma ahora, dijo sonriendo con coquetería: Yo lo creo, Juan; lo creo tan firmemente, que soy yo quien le ha telegrafiado. ¿Dónde estará usted mejor que con nosotros? ¿no somos su verdadera, su única familia?

Hacia las seis y media de la tarde, rehecho completamente por una buena siesta, pensó Delaberge que se acercaba el momento de la comida y procedió a vestirse y arreglarse esmeradamente, no por coquetería, sino por pura costumbre. Creía que una presencia irreprochable se impone a los funcionarios que representan a la Administración pública.

Papá también está un poco impresionado. Cree, como Terencio, que las mujeres, igual que los niños, se corrigen con leves sentencias. Y apunta algunas apropiadas al caso. «La señorita silenciosa parece mejor que la locuaz». El discreto señor hace algunas observaciones filosóficas sobre la coquetería. A su juicio la coquetería no tiene más fin que hacer subir las acciones de la belleza.

Elena rió de sus temores, y hubo en su risa cierto desprecio, no pudiendo comprender tal pusilanimidad en un hombre fuerte. Déjeme que tenga mi corte. Necesito estar rodeada de admiradores, como les ocurre á los grandes artistas vanidosos. ¿Qué sería de si me faltase el placer de la coquetería?... Luego añadió, frunciendo el ceño y con voz irritada: ¿Qué otra cosa puedo hacer aquí?

Otras lindas damas, de graciosas papalinas de encajes y bonitas pañoletas de gasa, le formaban una corte un poco paliducha y envejecida. Cuando se entra en el salón de la abuela, se hace una reverencia infalible e instintivamente. No le falta a una nada para levantarse la falda, con un movimiento de coquetería anticuada, de la que le gusta a la abuela.

¡Se quieran bien! ¡se quieran bien! repite ella con expresión de mofa. ¿Usted es de hielo, entonces, desde que para usted todo el amor consiste en quererse bien? Sea yo o no de hielo, el resultado es el mismo, desgraciadamente. ; usted tiene un corazón de oro dice ella, mirándome de reojo con un poco de coquetería; todo lo que usted piensa le sale de los labios francamente. También callarme.

La villa y el jardín respiraban alegría, esperanza y amor. No se oían más que palabras de cordialidad y francas carcajadas. Los huéspedes rivalizaban en ingenio y en buen humor, y Germana se sentía renacer al dulce calor de todos aquellos corazones devotos que latían por ella. Si algunas veces atizaba el fuego por una inocente coquetería, es porque quería asegurar la conquista de su marido.

Su patio, defendido en la parte del sol por esteras, es un gallinero donde cacarean hasta veinte o treinta hembras con murmullo de coquetería, de celos, de cháchara frívola y desacorde que no tiene fin, ni principio, ni términos claros, ni pausa, ni variedad. Óyese desde lejos, cual disputa de cotorras en la soledad de un bosque... Las hay también juiciosas.

Mas no es esto todo; de otra cosa quería hablarte, y me alegro de que hayas venido. No se trata tan sólo de que no me ame, y coquetee con el primero que se presenta, pues tal vez jugué su amor y lo perdí, como hice con todo lo demás en la Magnolia, y acaso la coquetería es natural en ciertas mujeres; esto no sería grave, sino para los bobos que se dejaran seducir.