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Así parece conocerlo, á pesar de la oscuridad de las anteriores palabras, cuando se levanta en alas de su religion y de su genio, y continúa: «Dios no está en ningun lugar, ni en ningun tiempo; porque su ser absoluto é infinito no tiene ninguna relacion á los lugares y á los tiempos, que no son mas que límites y restricciones del ser.

Ahí dentro; ¿qué se le ofrece? Vengo a pagar cuatrocientos pesos que me ha puesto de contribución... ¡Como no le cuesta nada a ese animal! ¿Conoce, patrón, al general? Ni quiero conocerlo, ¡forajido! Pase adelante; tomemos un trago de caña.

La introducción natural, el vestíbulo del Océano para prepararse á conocerlo como es debido, es la melancólica corriente de los ríos del Noroeste, los dilatados arenales del Mediodía ó las landas de la Bretaña. Cualquiera que por una de estas tres vías se dirija al mar, quedará muy sorprendido de la región intermedia que lo anuncia.

Tímida y cortada se detuvo en el umbral; bajaba los ojos, y al parecer distraída jugaba con la punta del delantal. ¿Me llamaba usted, doña Pepita? dijo. , respondió mi tía, para que conozcas al sobrino. ¿No deseabas conocerlo? Pues aquí lo tienes. Ya lo ves. La doncella murmuró una excusa.

No lo conozco absolutamente, ni quiero conocerlo. ¿Qué mérito tendría mi proceder si tuviera la seguridad de cobrar mi dinero? Además, os habéis comprometido a aceptar, y no podéis rehusarSe me ofrecía con tanta sencillez, con tanta franqueza, que acepté.

En la estancia de Pehuajó, Juanillo se pasó días enteros observando las dos parejas de domésticos cisnes que poblaban, con varios gansos, un diminuto estanque bordeado de llorones sauces. Como siempre les llevaba migas de pan en el bolsillo, los cisnes, y hasta los gansos, llegaron a conocerlo y a seguirlo.

Otra vez tuvo miedo a morir, otra vez tuvo el pánico de la locura, la horrorosa aprensión de perder el juicio y conocerlo ella; y otra vez este terror superior a todo espanto, la hizo procurar el reposo y seguir las prescripciones de aquel médico frío, siempre fiel, siempre atento, siempre inteligente.

Parecen de percalina... Una ventana con flores y pajaritos enjaulados: de nuestra casa de Sevilla. Esta acuarela es original: debe usted conocerlo por lo resobadita que está de color... Por este arte siguió mostrando y juzgando la mayor parte de sus obras.

La doncella de labor es una comedia de intriga, de invención no censurable, aunque, sin duda, se oponga sobremanera á nuestras actuales ideas acerca de lo que debe ser la verosimilitud. Doña Isabel de Arellano, joven dama de provincia, ha concebido una viva pasión por Don Diego de Vargas, sin conocerlo ni tratarlo, y sólo de verlo.

Y como si sus pensamientos ejerciesen influencia a larga distancia, atrayendo a las personas, el bandolero obedecía a sus deseos presentándose de buena mañana en el cortijo. ¡El Plumitas! Este nombre evocaba en su imaginación la figura completa del bandido. Casi no necesitaba conocerlo: apenas iba a experimentar sorpresa.