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Era yo como salvaje que, sin conocer un arma, la dispara y hiere de muerte.

No parecía sino que iba a una visita de duelo, y que intentaba conocer el estado de los ánimos para acomodar al de ellos el temple del suyo propio. ¿Cuándo se había visto cosa igual en el despreocupado comandante? Hoy nos quedamos sin paseo, don Claudio habló Bermúdez sin quitarle ojo para no perder el más mínimo gesto de su amigo ; digo, me quedo yo.

31 Pero a causa de los embajadores de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acaecido en aquella tierra, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón.

Luego, el tío Manolillo se fué á la casa de doña Ana, llamó... ¿Luego conoce?... Debe conocer, porque le abrieron. ¿Y vos?... Yo me fuí al alcázar: llegaba á él, cuando me prendieron. Os trajeron... Montiño.

El espíritu, dotado como está de libertad, ha menester reglas para dirigirse; si los primeros principios intelectuales son necesarios para conocer, no lo son menos los morales para querer y obrar; lo que son para el entendimiento la verdad y el error, son para la voluntad el bien y el mal.

¿Pero creerá el pío lector que Pacorrito se acobardó al verse solo? Ni por pienso. Había tenido ocasión, en su breve existencia, de conocer los vaivenes del mundo, y algo de lo falso y mentiroso que encierra esta vida miserable. Llenándose de energía, afrontó la situación como un héroe.

Y, viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo: -Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede; subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza -que también tenía una lanza arrimada a la encima adonde estaba arrendada la yegua-, que yo os haré conocer ser de cobardes lo que estáis haciendo.

Pero a estos sentimientos se sobrepuso la curiosidad que sentía por conocer de visu la tertulia de la señora. Así es que, después de cenar, me pegué a los faldones de mi padre, decidido a colarme en el salón, detrás de él. Estaba mi padre tan embebecido y agitado que no se fijó en que yo le seguía.

4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y por los ancianos; y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 5 Mas algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron, diciendo: Que es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. 6 Y se juntaron los apóstoles y los ancianos para conocer de este negocio.

Imaginar no es lo mismo que conocer, y el amor suele confundir estos dos valores mentales.