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Al comparar esta firma con otras auténticas, sin disputa de la misma colección, sospeché que pudiera ser contrahecha, por cuya razón no se perdería el trabajo examinando atentamente este manuscrito.

¿Hay exactitud en comparar estrictamente esas corrientes, como se ha hecho á veces, corrientes asaz distintas y no muy mezcladas, á los vasos, venas y arterias de los animales superiores? Rigurosamente hablando, no. Empero tienen cierta semejanza con la circulación menos determinada que los naturalistas han descubierto recientemente en algunos seres inferiores, moluscos y anélidos.

Si este tipo no existiera en nuestro entendimiento ¿cómo seria posible que nos sirviésemos de él? ¿Cómo podríamos compararle los seres, si él nos fuese desconocido? ¿Es posible saber cuándo una cosa llega á un extremo, si no tenemos idea del extremo? Esto equivaldria á comparar sin punto de comparacion, es decir, á ejercer un acto contradictorio.

Comparar pues la existencia finita de las cosas con su esencia, en cuanto se halla en Dios, es variar radicalmente el estado de la cuestion, y buscar la relacion de la existencia de las cosas, con sus esencias particulares, sino con las representaciones del entendimiento divino.

El no debía notar en suficiente respeto, y el que yo me permitiese tener opinión acerca de las cosas le producía una mezcla de cólera y de asombro que ahora me hubiera parecido cómica. El señor Cepeda no podía discurrir, razonar con libertad; no contaba con el suficiente número de ideas para comparar y obtener juicios propios; verdad es que a la mayoría de la gente le pasa lo mismo.

Charlat. Alguna vez puede esto ser un poco útil; pero si se considera el estrépito con que algunos han tratado estas materias, bien se podrán comparar á la mosca, que andando sobre la rueda de un carro, decia: ¡Quánto polvo levanto! Otros emplean gruesos volúmenes en explicar una sola voz de algun Escritor antiguo.

Hablábase mucho entonces de un joven llamado Farinelli, que gozaba de alguna reputación; el Rey y la Reina deseaban oírnos juntos... Era lógico querer comparar al maestro con el discípulo.

Allí aprendió Roger lo que el lujo y el buen gusto significaban, sobre todo al comparar aquellos festines con las frugales comidas del convento y la parsimonia de la mesa de Morel.

Se nos hace notar que no reconocia con la vista los objetos que tenia conocidos con el tacto: mas esto solo prueba que no habiendo podido comparar los dos órdenes de sensaciones, no sabia lo que correspondia en la una á las impresiones de la otra.

Rompió sus relaciones con la gallega del boulevar, sintiendo un dulce descanso al no tener que comparar sus recuerdos de la juventud con aquella pasión mercenaria en la que terminaban los arrebatos de amor con la presentación de alguna cuenta que había que pagar a la mañana siguiente.