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Una tarde, cuando va llevaba más de un mes de estos saludos, le preguntó Pepe Castro: Oyes: ¿ha dejado de seguirte ya aquel chiquillo rubio de marras? Clementina sintió un estremecimiento raro: se puso levemente colorada sin saber ella misma por qué. ... hace ya lo menos un mes que no le he visto. ¿Por qué mentía?

Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo: Porque usted es un santo... ... porque usted es un santo. ¡Qué santo! exclamo el clérigo alzando la mano con impaciencia. ; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; ¡es una villanía! añadió volviendo a exaltarse.

Traía de la mano una niña, vestida a la moda, pero con sencillez y sin pizca de afectación de elegancia. Avanzó hacia Fortunata; interrogándola con aquella sonrisa angelical que vista una vez no se podía olvidar. Sentía la de Rubín una gran turbación, mezcla increíble de cortedad de genio y de temor ante la superioridad, y se puso muy colorada, después como la cera.

¿Y quisieras conocer a esa alma hermana? preguntó con curiosidad Genoveva sonriendo. Puede ser dije sintiendo que me ponía colorada. Quisiera al menos saber si existe... Vean ustedes esta joven razonable que quisiera hacer un estudio del natural exclamó la de Ribert sonriendo... Después de todo añadió después de una corta vacilación, ¿por qué no?...

No, no; de veras, no puedo pasar nada en este momento. ¿Y si te lo mando yo? dijo la joven. Después que lo dijo se puso colorada. Entonces, desde luego lo tomo... A ti no puedo negarte nada replicó él acercando el plato. Aquella tan galante réplica, produjo una penosa impresión de frío en Cecilia. Para no dejarla ver, salió precipitadamente de la estancia.

Juan coge el manojo de llaves colgado de la pared y hace una seña a Gertrudis para que le siga. ¿Adónde vais? pregunta Martín alzando los ojos del libro. Una gallina está poniendo fuera del gallinero; dice vivamente Gertrudis. Vamos a buscar el nido. Y ni siquiera se pone colorada.

Los valones eran de chamelote, mas no era más de lo que se descubría, y lo demás de bayeta colorada. Este venía dando voces con el otro, que traía valona por no tener cuello, y unos frascos por no tener capa, y una muleta con una pierna liada en trapajos y pellejos por no tener más de una calza. Hacíase soldado, y habíalo sido en los alojamientos y hasta la mar.

En el bouquet del vino, en el sabor del queso Gruyer, y en las chispas de la champaña, en el reflejo de unos ojos, hasta en el contraste del pelo negro de Ronzal y su frente pálida y morena... en todo encontraba Anita aquella noche belleza, misterioso atractivo, un valor íntimo, una expresión amorosa.... ¡Qué colorada está Anita! le decía Paco a Visitación por lo bajo.

Aun no había tenido vagar para ver todo lo que le circundaba, cuando oyó Mutileder una voz blanda y argentina, que parecía salir de una garganta humana nueva y de una boca fresca, colorada y sana, porque todo esto se conoce en la voz, la cual le decía: Perdóname, amigo, que te haya hecho venir hasta aquí, deseosa de hablarte.

Eso no es exacto, ni siquiera una razón en favor de los velos. Si á no me gustan tampoco; pero la moda.... ¿Qué está usté mirando con tanto empeño por las vidrieras? ¿Por qué se ha puesto usted tan colorada? ¿Yo? ¡Jesús!... Puede que sea usté capaz de creer que es por ese chico que está en el portal de enfrente. Eso se llama curarse en sana salud.