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Por lo que otras veces he oído, su situación, de Vd., dicho sea sin ofenderle, pues en ello no hay injuria, no es nada lisonjera. He hecho mal, he sido indiscreta, ¿verdad? Señorita, ¡no se ensañe Vd. conmigo! mis palabras no encerraban la menor censura. No, si la mitad de la culpa es de Vd. No entiendo. La cosa es clara.

Cada cual propende á figurarse, poniéndose él á un lado como excepción rara y punto menos que única, que por acá, intelectual y moralmente, todo está muy rebajado. La maledicencia, la más acerba censura, y la sátira más cruel se manifiestan en nuestras conversaciones y escritos y son lo que más agrada y se aplaude.

26 y después desde esta mi piel rota, y desde mi propia carne tengo que ver a Dios. 28 Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del negocio en se halla. 1 Y respondió Zofar naamatita, y dijo: 2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro. 3 La reprensión de mi censura he oído, y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.

Indudablemente, el analfabetismo vale mil veces más que la censura. Todo el arte de los escritores radicales se estrella contra el hombre del campo, hombre sano de cuerpo y de inteligencia, que no sabe leer ni lo necesita para trabajar las tierras de su señor y para darles el voto a los candidatos del orden. Y el hombre del campo ha votado la candidatura ministerial.

La Voluntad censura las inoportunas advertencias de la Memoria, y aconseja seguir la senda más bella y desahogada. El Alma vacila, no sabiendo qué rumbo emprender. Preséntase entonces el Demonio, como señor de la barca; el Amor propio, el Apetito y otros vicios, en traje de marineros, y cantan así: Hoy la nave del contento Con viento en popa da gusto Donde jamás hay disgusto.

Por este medio únicamente se puede refrenar á Inglaterra y á las provincias rebeldesLa idea falsa de los tesoros de las Indias, censura con la notable frase: «Las riquezas, el oro y la plata de las Indias trajeron consigo este mal, para que podamos llorar, y con razón, si esto que llamamos merced fuese castigo del cielo

Pero si no lo decía con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa hacía mucho tiempo. La compañía del párroco le era molesta, como ya sabemos. D. Miguel había incurrido en la censura de la Iglesia, se le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase la rehabilitación pasaría una temporada.

Todas las novenas se publican con permiso eclesiástico, después que la censura del prelado examina escrupulosamente el escrito para ver si hay algo contrario a la moral, sanas costumbres y ortodoxia absoluta. En una palabra, todas se imprimen "Con las licencias necesarias."

Desde la sobriedad del pobre a la disipación inmoral de los ricos, todo lo conozco, todo es canalla, canalla arriba, canalla abajo. ¿Se hace el bien?, pues nadie lo agradece. ¿Se hace el mal?, pues nadie lo censura. Mal y bien todo es igual. Si amas te desprecian; si eres rico te adulan; si eres pobre te escupen. O si no, observa lo que ha hecho tu hermana conmigo.

De aquí que la censura que cae sobre el militar y el marino sea lícita, natural é inevitable. Y como á veces estimula, hasta conviene, si no es muy disparatada, dura y descompuesta. Arquímedes sabía mucho y era muy ingenioso. Si le hubiesen dado palanca y punto de apoyo hubiera movido al mundo.