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Yo te lo diré, ruiseñor mío respondió Stein ; pero antes dime en qué harías consistir la tuya. En oír siempre tocar a usted respondió María con sinceridad. En este momento, salió la tía María de la cocina con la buena intención de meter el palo en candela; sucediéndole lo que a muchos, que por un exceso de celo entorpecen las mismas cosas que desean.

Bulliciosas ovejas: manchados corderillos, recentales del pecho mas piadoso: calandrias, cuyas quejas repiten los pardillos, trinando con el celo doloroso: descanso y sitio hermoso: quietud idolatrada: arboleda sagrada: silencio siempre justo, apetecido gusto para la pena mia, ya vuelvo á vuestra santa compañía. Fuíme á la corte, y vuelvo de mi engaño corrido: propio castigo del que os ha dejado.

Larga y tarda empresa, por cierto, si así se toma: mas pronta y eficáz la espero yo por la actividad, y celo cristiano y real de V.S., especialmente si V.S. considera bien lo que aquí dice.

Los de la administración por exceso de celo y por antipatía instintiva hacia la masa jornalera, que vivía sin acordarse de la religión, hablando á todas horas de sus derechos, inventaban á cada paso nuevas reglamentaciones para cercenar algunos céntimos de los jornales ó aumentar el trabajo en unos cuantos minutos.

El doble resultado de todo esto es que la tranquilidad no es ya fruta de mi huerto, y que, además, los viajes a la casa de Dios van dejando la mía sin barrer. El celo mimoso y lleno de pequeños cuidados con que antes se atendía a mi padre, es hoy prisa por acabar pronto de servirle y correr a lo que Tirso recomienda.

6 Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así dijo el Señor DIOS: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado la injuria de los gentiles. 7 Por lo cual así dijo el Señor DIOS: Yo he alzado mi mano, que los gentiles que os están alrededor han de llevar su afrenta.

Don Simón, que no había leído todavía la noticia que le citaba el Ministro, rindió en el fondo de su corazón un nuevo tributo de gratitud al incansable celo del diplomático, y respondió: Favor inmerecido que me dispensan. Justicia que se le hace a usted, amigo mío. Y aun me atrevería a asegurar a quién se la debe.

Santa amistad, que con ligeras alas, tu apariencia quedándose en el suelo, entre benditas almas, en el cielo, subiste alegre a las impíreas salas, desde allá, cuando quieres, nos señalas la justa paz cubierta con un velo, por quien a veces se trasluce el celo de buenas obras que, a la fin, son malas.

Veían estos hombres la poca o ninguna seguridad de sus vidas si se mantenían en este Reino donde no solo les acusaba la virtud agena, y los hacía temblar la vara del Santo Oficio que miraban sobre toda ojos de celo y de vigilancia; pero les tenía en contínuos sustos la formidable reprensión de su mala conciencia, y por no querer dar en el verdadero y solo seguro camino de la virtud y la fe, iban tentando y tropezando en todos los precipitados caminos de su ruína.

10 Y él respondió: He sentido un vivo celo por el SE