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Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

Mirábanle todos los que presentes estaban, que eran muchos, y como le veían con media vara de cuello, más que medianamente moreno, los ojos cerrados y las barbas llenas de jabón, fue gran maravilla y mucha discreción poder disimular la risa; las doncellas de la burla tenían los ojos bajos, sin osar mirar a sus señores; a ellos les retozaba la cólera y la risa en el cuerpo, y no sabían a qué acudir: o a castigar el atrevimiento de las muchachas, o darles premio por el gusto que recibían de ver a don Quijote de aquella suerte.

Esto hacía decir á algunos enemigos de don Joaquín que el maestro era aficionado á castigar á sus discípulos mermándoles la ración, para subsanar de este modo las deficiencias de la cocina de doña Pepa.

Así tambien les hago saber, que las tropas y armas del Rey no vienen con otro objeto que el de disipar las presentes turbaciones, castigar á los culpados, y restablecer en todas partes el buen órden y administracion de justicia.

Era Alemania la que pegaba, y los sacerdotes de todos los cultos acabarían por santificar con sus himnos la guerra bendita, si es que conducía al triunfo. Nosotros no hacemos la guerra por castigar á los servios regicidas, ni por libertar á los polacos y otros oprimidos de Rusia, descansando luego en la admiración de nuestra magnanimidad desinteresada.

Si doña Lupe se hubiera abalanzado a ella para pegarle, se habría dejado castigar. «Hace usted bien en largarse añadió la otra ya en la puerta . No seré yo quien la detenga... Viento fresco. ¡Qué casa esta y qué matrimonio! Nada me coge de nuevo... porque, lo repito, a todos engañó usted menos a ».

Venía el señor del ganado; salían los pastores a recebirle con las pieles de la res muerta; culpaba a los pastores par negligentes, y mandaba castigar a los perros por perezosos; llovían sobre nosotros palos, y sobre ellos reprehensiones; y así, viéndome un día castigado sin culpa, y que mi cuidado, ligereza y braveza no eran de provecho para coger el lobo, determiné de mudar estilo, no desviándome a buscarle, como tenía de costumbre, lejos del rebaño, sino estarme junto a él; que pues el lobo allí venía allí sería más cierta la presa.

Quisieran los que guiaban a don Quijote castigar el atrevimiento de los muchachos, y no fue posible, porque se encerraron entre más de otros mil que los seguían. Volvieron a subir don Quijote y Sancho; con el mismo aplauso y música llegaron a la casa de su guía, que era grande y principal, en fin, como de caballero rico; donde le dejaremos por agora, porque así lo quiere Cide Hamete.

Pero conociendo que la crueldad le ahuyenta los vasallos, y que la misma razon de Estado que manda castigar la rebeldía le aconseja no trasformar en héroes á los rebeldes, imagina que es preferible poner á los confesores la mordaza de la obediencia, robusteciendo el decreto del desautorizado Recafredo con un solemne canon conciliar, al cual no puedan oponer los cristianos objecion alguna.

Mirad que soy testarudo, Y lo que una vez sentencie En justicia, no ha de haber Ordenes que me lo truequen. Lo que hicieres doy por hecho. Mirad que, sin excepción, Al que culpado aprehendiere He de castigar, sin que Valgan glosas á las leyes. Ni aun mi casa reservéis; ¿Queréis más poder que éste? Mirad que me estrecháis mucho, Y que puede ser que acepte. Juan Pascual, lo dicho, dicho.