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Fernando huye de la justicia, que le persigue, y pide auxilio al primer caballero que encuentra, el cual no es otro que su rival el marqués Don Fadrique, que le promete ampararlo, como era de esperar de su hidalguía, y le presta su capa para que se disfrace y no lo conozcan.

Currita convidó a comer a Martínez y a Jacobo, y ambos aceptaron; mas este quiso llegar antes a su casa para quitarse el uniforme. En la bandeja destinada en la antesala a recibir las tarjetas y las cartas, vio un gran oficio entrelargo y lo recogió al paso, mientras le quitaba Damián la blanca capa de santiaguista, con la roja cruz en el lado izquierdo.

Ya no es posible formarse una idea exacta del aspecto que presentaria esta cámara cuando acabó de decorarla al estilo africano el hagib Almanzor: una espesa capa de cal cubre y desfigura las labores de estuco pintado y dorado que convertian sus paredes en primorosa filigrana; su belleza, mejor apreciada en la edad de hierro de la reconquista, se oculta hoy olvidada y oscurecida despues de haber servido con brillantez á la primera catedral cristiana de Córdoba, que hizo de dicha cámara su rico vestíbulo; y la hermosa convertida, que halló gracia á los ojos del austero S. Fernando, no ha alcanzado piedad en nuestros dias de tolerancia y de indiferentismo, y ahí permanece arrinconada, vergonzante, cubierta de polvo, esperando el dia de su rehabilitacion, y dando gracias sin embargo á su nuevo dueño porque, aunque la tiene envuelta en una fria mortaja de yeso y cal, al menos no la ha mutilado y reducido á polvo para poner en su lugar una capilla churrigueresca ó greco-romana .

Sobre todo esto, para ir a misa o a cualquier otra ceremonia o visita de cumplido, se pone mi paisano la capa. Sería una falta de decoro, casi un desacato, presentarse sin ella aunque señale el termómetro treinta grados de calor. En efecto, la capa, como toda vestidura talar y rozagante, presta a la persona cierta amplitud, entono y prosopopeya.

El hombre de la capa, que no se había separado de , dijo en tono satisfecho: Vamos... está pálido, pero bastante sereno... No se puede pedir más a un hombre... porque, ya ve V., caballero, ¿a quién le gusta que le aprieten el gañote?... El reo y el cura entraron en el carruaje.

Llegado ante la puerta, advirtió en el suelo la mascarilla negra de Gonzalo; cogiéndola con presteza se la puso en el rostro. Golpeó tres veces y luego otras dos con los nudillos. El paño de la capa desprendía afeminado perfume. Su espíritu comenzó a divagar. Vio y dejó de ver varias veces una almohada de Aixa engalanada con hilo de oro y piedras preciosas.

«Pero había llegado la suya. Aquel era su drama de capa y espada.

Glorioso emperador de la bohemia, del gesto amplio y magnífico como Hugo, ciego como Milton, altivo y suntuario como un dios, con la cabeza en las nubes y el corazón en la hoguera del amor y del dolor de la Humanidad. En Alejandro Sawa la capa bohemia era manto pluvial, capa pontifical, manto de púrpura, clámide y aureola. Alejandro fué la suprema consagración de la capa bohemia.

Sus calzas de entray atacadas a rico jubón colorado, capa palmilla revuelta al brazo, e gorra aceituni con sendas plumas blancas e negras, bien demostraba que aquel gentil hombre presumía de caballero, bien que el no calzar borceguíes bermejos, tachonados con sendas espuelas, aina decía no haber alcanzado tanta honra.

Poco después de la Queda salían los hermanos, que tenía cada uno de ellos la misión de recorrer un barrio, del que llegaban á conocer todos sus rincones, encrucijadas y callejas; iban por entre las sombras con paso reposado y lento, y en determinados lugares se detenían y bajando el embozo de la capa, con tono quejumbroso gritaban: ¡Para hacer bien y decir misas por los que están en pecado mortal!