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Es manifactura de sabio: se ve al golpe; pero todo es de echar la iglesia abajo y otras cosas al simen... ¿qué te diré yo? Pudiera caer mal en Villavieja. No lo crea usted observó Maravillas riéndose del candor de su padre . Aquí, en este pueblo, hay materia dispuesta para todo: lo que faltaba eran manos. Pues ya están acá.

No pocos viajeros se rien de esos y otros rasgos curiosos; por mi parte diré que todo eso me encanta, porque la pulcritud es, en mi concepto, la prueba material del sentimiento de la dignidad y de la pureza moral, ó del candor de las costumbres ó las inclinaciones de una persona ó de una sociedad.

A este modo han de reducirse todas las dudas á sus principios; y por el enlace que tienen las cosas y los negocios conviene instruirse en las máxîmas fundamentales de la razon y de las Artes; y quando esto no pueda hacerse asociar á perítos ingenuos, que con candor muestran las conexîones de las cosas con los fundamentos de la razon en cada materia.

Entonces, y sólo entonces, la conoció don Pedro Girón. Conocerla y codiciarla, fué cosa de un momento. Codiciarla y poner los medios para obtenerla, fué subsiguiente. Pero el terrible duque de Osuna encontró una barrera insuperable á sus deseos, en las costumbres, en el candor, en la pureza de doña Juana.

Momentos hay en que la chiquilla nos revela excelsas cualidades, mal escondidas en su inocencia; momentos en que nos parece la criatura más loca que Dios ha echado al mundo. Tan pronto le encanta a usted por su candor angelical, como le asusta por las agudezas diabólicas que saca de su propia ignorancia. MARQU

Es el álbum un ara consagrada Al candor, la virtud y la belleza, Donde ella, reclinando su cabeza, Melancólica piensa en lo que fué: Allí llega el poeta y el artista Para quemar su incienso á la hermosura, Para ofrecerla alguna rosa pura Que ella en su seno secará tal vez.

Elena se echó a reír y, por primera vez, su risa franca y joven, que me la reveló como capaz de alegría y de divertirse un poco. ¡Viuda! ¡Novia!... ¿Tengo un aspecto tan majestuoso? ¿No le gustaría a usted estar ya prometida? ¡Oh! no exclamó; sería ridículo. Y añadió con un candor deplorable: Mejor podría usted ser mi padre, ¿verdad?

Como era modestísimo, no esperaba hacer algo que, dado al público, fuese de gran utilidad, y sin embargo escribía una obra extensa de la que no levantaba mano. Era una apología o nueva defensa del Cristianismo contra los ataques de los más flamantes filosóficos panteístas, positivistas y materialistas. El singular y simpático candor del Padre se revelaba en cada frase de este notable escrito.

La numerosa juventud que el Colegio de Ciencias Morales, fundado por Rivadavia, había reunido de todas las provincias, la que la Universidad, el Seminario y los muchos establecimientos de educación que pululaban en aquella ciudad que tuvo un día el candor de llamarse la Atenas americana habían preparado para la vida pública, se encontraba sin foro, sin Prensa, sin tribuna, sin esa vida pública, sin teatro, en fin, en que ensayar las fuerzas de una inteligencia juvenil y llena de actividad.

Al mismo tiempo, las aventuras galantes que los domingos solían correr les infundían la audacia y habilidad indispensables para apoderarse de los corazones femeninos. En este punto llevaban inmensa ventaja al piadoso Godofredo, que era todo candor, y que al acercarse a cualquier mujer se arrebolaba como una nube herida por el sol.