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Tuvo la singularísima piedad de inclinar sobre él su rostro y darle un rápido beso sobre las venerables canas.

Los días de toros baratos la obsequiaba rumbosamente antes de ir a la plaza, ofreciéndola unas cañas de manzanilla en La Campana o un café en la plaza Nueva. Este tiempo feliz no era ya mas que un pálido y grato recuerdo en la memoria de la pobre mujer.

A estotra parte, sobre la orilla de Guadalquivir , está Gelves, donde todos los romances antiguos de moros iban a jugar cañas, y hoy de sus ilustres condes y del gran Duque de Veragua, hijo y retrato de tan gran padre; que es, para no tener a mundos miedo, Portugal y Colón, Castro y Toledo . Soltáronsete dijo don Cleofás los consonantes, camarada.

Ya tenían canas las cabezas de uno y otro, y D. Baldomero decía a todo el que quisiera oírle que amaba a su mujer como el primer día. Juntos siempre en el paseo, juntos en el teatro, pues a ninguno de los dos le gusta la función si el otro no la ve también.

Bien haya aquel tabernero de Corte, que se quita de esos cuidados y es cura de su vino, que le está bautizando en los pellejos y las tinajas, y a estas horas está hecho diluvio en pena, con su embudo en la mano, y antes de mil años espero verle jugar cañas por el nacimiento de algún príncipe. ¿Qué mucho dijo don Cleofás si es tabernero y puede emborrachar a la Fortuna?

habrás aprendido, cuando tengas canas como yo, el poco valor de esas cosas. ¿Has notado que tengo canas, María? respondió esta. Pues mira, bien joven soy; pero el sufrir madura pronto la cabeza. Mi corazón ha quedado joven, María; y te ofrecería flores de primavera si no temiese te asustasen las tristes señales de invierno que ciñen mi frente.

En nuestros buenos días de invierno meridional, me agrada estar solo junto a la alta chimenea, donde arden humeantes algunas matas de tamariscos. Con las rachas del mistral o de la tramontana, cruje la puerta, chillan las cañas, y todas esas sacudidas son un ligero eco de la gran conmoción de la naturaleza que me circunda.

15 Y luego que acabó las medidas de la Casa de adentro, me sacó por el camino de la puerta que miraba hacia el oriente, y lo midió todo alrededor. 16 Midió el lado oriental con la caña de medir, quinientas cañas de la caña de medir en derredor. 17 Midió al lado del norte, quinientas cañas de la caña de medir alrededor. 18 Midió al lado del mediodía, quinientas cañas de la caña de medir.

El murmurio del río que rompe entre guijas al pié de uno de sus muros; los esbeltos penachos de las flexibles cañas que los coronan, y los hermosos plumajes de las oropéndolas y solitarios que se posan en su parduzca y viscosa argamasa, constituyen una amarga verdad que enseña á los que vuelven cuán cerca está la vida de la muerte.

Unas leves canas en la barba y un ligero fruncimiento de la piel en las comisuras de los ojos revelaban la fatiga de una existencia que había marchado, según decía él, «a toda máquina». Pero aun así, le buscaban, y era el amor el que iba a sacarle de su angustiosa situación. Al acabar el arreglo de su persona, salió del dormitorio.