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Los Moluches, Talhueches y Diviheches, guardan fielmente esta costumbre. Pero los Checheheches, y Tehuelches ó Patagones, ponen los huesos en alto, sobre cañas entretejidas, hasta que se sequen, y se blanqueen con el sol y la lluvia.

En esta parte de las riberas del Mamoré se observa cierta variedad en la vegetacion: de tiempo en tiempo se ven sobresalir entre sus bosques la palma cuchis y las cañas tacuaras, que se presentan algunas veces totalmente aisladas: entre tanto, nada hay allí de tan singular como la sucesion de plantas sobre los terremonteros del rio.

Y la vieja, de pronto, le cogió la mano a Pomerantzev y se la llevó a los labios. El se puso muy colorado, como se ponen los hombres que ya peinan canas y tienen arrugas en la cara, y exclamó con indignación: ¡Vamos, señora, vamos! ¿Se les besa la mano a los hombres? Y salió de la estancia. El corredor estaba mal alumbrado. Pomerantzev marchaba lentamente.

32 Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo [soy] el SE

Las sociedades, claro, tienen sus edades como las personas: hay sociedades que están mamando, sociedades que andan a gatas, sociedades pollas, sociedades jóvenes, y por fin, las maduras y dueñas de ; sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas.

Quilito se debatía, diciendo que, puesto que había deshonrado las canas de su padre, debía sufrir el condigno castigo; que él no se atrevería ya a afrontar su mirada, y que la idea que Susana, su adorada Susana, conociera su delito, le enloquecía... No, yo no podré resistir esto, no podré, no podré.

Las cañas del batalan de la casa de Tintay y las de la mía, no digamos que se besaban, pero se arañaban unas á otras. Tintay salía con frecuencia al batalan, yendo unas veces en busca de menesteres de una casa arreglada, y otras á hacer menesteres ajenos á la casa.

Todo eso estaría bien respondió D. César con mal reprimida cólera si vuesa merced no lo pidiese, después de ofender mis canas, hollar mi casa y atropellar todo respeto. Yo, Sr.

Lo deseo conde, pero quisiera hablaros sin testigos. Herman, retirate. ?Que es lo que me quiere mi respetable huesped? Quiero hablar sin rodeos: mis canas y mi celo, mi ministerio y mis piadosas intenciones me serviran de disculpa: tambien invoco mi calidad de vecino, aunque nos visitemos muy rara vez.

No es esta la única puerta que merece citarse por la galanura del estilo mixto gótico-sarraceno; otra hay en el mismo muro de poniente en que el arrabá, convertido en ligero recuadro de cañas, se entrelaza con las molduras que perfilan las archivolta ultra-semicircular produciendo bellísimo efecto.