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Iba á ser un hermoso hombre de combate, un digno descendiente del cosaco y del guerrillero de las montañas españolas. Pero esta satisfacción fué corta. De todas sus heridas «de suerte», que sólo le molestaban ligeramente al cambiar las estaciones, una le afligía de tarde en tarde con dolorosas crisis.

Cualquiera que usted festeje lo querrá... Nadie podría ser feliz si tomara las cosas como usted las toma y si no pudiera, en ocasiones, cambiar de cariño, cuando no hay otro remedio. Sea razonable, Muñoz. Hubiera sido difícil decir si era ternura o simple piedad lo que temblaba en la caricia de su actitud insinuante, dulce.

Por fortuna, el chico tenía dinero, pues había cobrado la tarde anterior una factura de féretro doble de zinc y otra de un servicio completo de cama imperial y conducción con seis caballos, etc... La posesión del dinero realizó el prodigio de cambiar las ideas de suicidio en ideas de prolongación de la existencia; y variando de rumbo se fueron a almorzar a un café, y después a una casa cercana, de la cual, ya tarde, pasaron a otra donde escribieron a sus respectivas familias, notificándoles que ya estaban casados.

Tenía muchos motivos continuó para cambiar de nombre como antes tuve graves razones para mantener el anónimo; razones que no emanaban tan sólo de consideraciones de prudencia literaria y de modestia bien entendida. Ya ve usted que hice bien, puesto que nadie sabe hoy día que aquel que firmaba mis libros ha concluido prosaicamente por hacerse alcalde de su pueblo y cultivador de viñas.

Después de hablar con alma humana de tan vergonzoso descubrimiento, ya no había modo de volverse atrás, esto es, de cambiar de resolución, de aplazar ni modificar la venganza. En cuanto alguien lo supiera había que proceder de prisa, con violencia; lo exigía así el mundo, las ideas del honor; él era al fin un marido burlado.... Y a ella habría que llevarla a un convento.

Bien pronto mi amigo vendrá a decirme: ¡despierta! ¡Ha llegado al fin la hora de sonreír a tu esposoPero si alguno de nosotros muere en la espera, que su alma goce de constante libertad para que pueda venir desde la negra orilla a consolar al que quede. »Paulino partió. ¡Un corazón novicio es tan ligero! Un deseo, un capricho, nada, le hace cambiar. ¡Clara está muy lejos! ¡Rosa es tan linda!

Aquel amor irreflexivo, absoluto, sin medida ni restricción, no era un sentimiento nuevo para él; hacía sesenta años que se amaba a mismo de igual modo. Su egoísmo había cambiado de objeto sin cambiar de carácter. Hubiera inmolado el mundo entero al capricho de la señora Chermidy, como antes a su propio interés o a sus placeres. Desde el día que la ingrata le abandonó, no vivía.

La puerta falsa, que daba ingreso a estas dependencias agrícolas, pudiera decirse que estaba extramuros del pueblo, si el pueblo tuviera muros, mientras que la puerta principal, según queda dicho estaba en el centro. El maestro Raimundico nunca había querido comprometerse ni mezclarse en política; pero de súbito acababa de cambiar.

Pero éste la coge con prisa, hace un esfuerzo supremo y la envía media vara lo menos más lejos que su rival. Entonces, henchido de orgullo, desgaja una ramita del nogal más cercano y la planta en aquel sitio donde se hincó su barra, exclamando: Este es el tiro que ha hecho Matías de Langreo. Á ver si hay en Laviana un mozo que lo haga cambiar de sitio.

Lo grave, lo inesperado, lo terrible para estaba por otro lado: la calidad de lo que se me pedía en ella. Resuelto a cambiar de vida por algún tiempo, Dios sabe qué derroteros hubiera adoptado yo; pero es indudable para que jamás habría elegido el que mi tío deseaba y me proponía.