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¿Ya pide usted réditos? Las buenas acciones las premia Dios en el cielo. Y a veces en la tierra, por conducto de sus elegidos. Sea usted el conducto de Dios en este momento, hermana. Me miró con la misma expresión curiosa y burlona de otras veces, bajó después la vista y, trascurrido un momento de silencio, levantose de la silla para subir al cuarto.

Carmen, lanzada involuntariamente al terreno de las confidencias, añadió todavía: De Andrés tengo miedo..., y también de Julio.... Salvador estaba consternado; se había puesto de pie con impaciencia, y ella insistió, siempre alarmada: ¿Y qué le diré a doña Rebeca ... de «eso»?... ¿De qué, hija mía? De la boda.... Y todavía la niña se rió, un poco burlona.

Los ojos de Tomás brillaron de alegría; pero con el dominio que ejercen los paisanos sobre sus emociones, comenzó a santiguarse con cierta sorpresa burlona. ¡Mal año para , demonio!... ¡mal año para !... ¡Nunca pensara!... ¿Qué diablo de mosca te ha picado? Pues me ha picado tu hija Rosa. ¡Ya me lo olía yo!

No creas que es exageración: se me renovaron de repente el dolor y la vergüenza de todos los golpes que había recibido en aquella casa; me acordé del último día que pasé allí; creí verme tumbada en el jergón, mientras Inesilla se gozaba en mi daño; su voz cruel y burlona pareció resonar en mis oídos, y claro está, con los recuerdos volvió el rencor y con el rencor el deseo de venganza. ¡Y qué venganza la que se me venía a las manos!

De pronto advirtió que Julio le miraba con una atención reconcentrada. En ese momento refería la extraña conducta de Adriana, sus apasionadas cartas de amor y la indiferencia burlona con que le recibía luego. ¿Te figuras, prosiguió con la voz alterada, poniendo una mano sobre el brazo de Julio, te figuras la desesperación que debe provocar semejante criatura?

Para no tiene ninguna dijo Tristán malhumorado. Núñez le miró un momento con curiosidad burlona y repuso tranquilamente: Consiste en que ese molino que tienes en el cerebro no tritura más que cosas negras.

¿Y qué más? interrogó Mariana con una sonrisa indiferente y burlona que no dejó de desconcertar a su marido. ¿Y qué más?... pues es muy sencillo... he querido deciros que podéis contar con mis más sinceros sentimientos... pero que no debéis de esperar esas ternezas... es decir, las costumbres de uso en un matrimonio de aldea.

Y volvieron a reírse los dos, el tío Jacobo y la madre, con una risa que desconcertó por completo a los niños, porque no era la risa alegre, tierna, agradecida, rebosando amor y ternura de madre que ellos esperaban, sino una risa acre, burlona, desvergonzada, que les recordaba, sin saber por qué, la que usan para insultarse las mujeres malas de la calle...

Me despertó repentinamente una sensación de frío; el agua chorreaba de mi cabeza, cara y traje, y frente a divisé al viejo Sarto, con su burlona sonrisa y con un cubo vacío en la mano. Sentado a la mesa, Federico de Tarlein, pálido y desencajado como un muerto. Me puse en pie de un salto, y exclamé encolerizado: ¡Esto pasa de broma, señor mío! ¡Bah! No tenemos tiempo de disputar.

Tenga confianza en la suerte... ¡Quién sabe!... Y se alejó riendo, burlona y tentadora a la vez, mientras se aproximaba Maltrana llevando sobre el traje de hilo una capa impermeable. Se detuvo en un espacio de la cubierta bañado por el sol, y allí quedó inmóvil, tembloroso y pálido, gozando con visible deleite del ardor ecuatorial. De aquí no paso dijo . Si quiere usted algo, acérquese.