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Morandro, al que es buen soldado Agueros no le dan pena, Que pone la suerte buena En el animo esforzado; Y esas vanas apariencias Nunca le turban el tino, Su brazo es su estrella y signo, Su valor sus influencias; Pero si quieres creer En este notorio engaño, Aun quedan, si no me engaño, Experiencias mas que hacer, Que Marquino las hará, Las mejores de su ciencia, Y el fin de nuestra dolencia Ser bueno, ó malo sabrá.

»Quedé admirado deste nuevo accidente, hasta allí jamás en ella visto, porque siempre nos hablábamos, las veces que la buena fortuna y mi diligencia lo concedía, con todo regocijo y contento, sin mezclar en nuestras pláticas lágrimas, suspiros, celos, sospechas o temores.

Siempre que leía uno de mis artículos contra los enemigos de la candidatura del gobierno, celebraba con entusiasmo los insultos más atroces. ¡Qué pluma la suya, Maltranita!... ¿Cómo pagarle sus servicios á la buena causa? Muy fácilmente; yo no podía aspirar á una legación diplomática ni á un ministerio cuando triunfase nuestra candidatura; eso quedaba para los mejicanos.

Hecha la consulta, fué esta de parecer que volviese á correr el campo el Padre Cardiel con los soldados, que voluntariamente quisiesen acompañarle. A los soldados añadió el capitan del navio muchos marineros, que voluntariamente se ofrecieron, y un soldado de marina, llevando cada uno víveres para ocho dias, y buena prevencion de municiones.

Convéncelo la razón, cuando no la autoridad del Apóstol San Pedro, donde acuerda por indubitable a toda buena ley de razón, que las Profecías de la Escritura no se entienden por propia interpretación o capricho; porque no son hijas de la voluntad del hombre, sinó de la inspiración de Dios y así solo con ella se puede alcanzar su inteligencia.

Todas las otras personas presentes estaban en pie, excepto el tunante de Tarlein, que arrellanado en un sillón galanteaba a la condesa Elga. Al entrar yo se levantó de un salto, mostrando tanto respeto hacia como indiferencia hacia el Duque. No era extraño que éste no le tuviese buena voluntad. Tendí la mano a Miguel, que la estrechó, y le di un abrazo.

Al fin llegó el hanson, y, deslizando una buena propina en la mano del policía, entré en aquél y partimos, lentamente, a través de la niebla, casi al paso, tal era la dificultad de poder marchar. Había colocado sobre el lado derecho de la espalda mi bufanda de seda, para restañar la sangre que manaba de mi herida.

Perdonadme, buena señora, y recogeos en vuestro aposento, y no queráis, con significarme más vuestros deseos, que yo me muestre más desagradecido; y si del amor que me tenéis halláis en otra cosa con que satisfaceros, que el mismo amor no sea, pedídmela; que yo os juro, por aquella ausente enemiga dulce mía, de dárosla en continente, si bien me pidiésedes una guedeja de los cabellos de Medusa, que eran todos culebras, o ya los mesmos rayos del sol encerrados en una redoma.

quién es esa... dama ilustre con quien te quieres casar. Vamos, que buena doncella te canta... ¿Y creerás que vamos a consentir tal deshonra en la familia? Dime que todo es una chiquillada y no se hable más del asunto».

Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y , antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te vees premiado de tus deseos.