United States or Macao ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando después de un rato de silencio Clara fue a darle un beso la rechazó y levantándose bruscamente se fue a dormir a otro cuarto dejándola bañada en lágrimas.

Nancy se detuvo bruscamente, porque Godfrey se quitaba el sombrero con las manos trémulas y se volvía hacia su mujer con el rostro pálido y la mirada extraña y fría como si la viera realmente, como si la viera desempeñando un papel en una escena que ella misma no viera. Nancy posó una mano sobre el brazo de su marido, no atreviéndose a seguir hablando.

Así debió de pensarlo el joven rubio, a juzgar por el éxtasis apasionado de sus ojos y la inmovilidad marmórea de su figura. Al fin la dama, no pudiendo vencer la irritación que esto la producía, alzóse bruscamente de la silla y despidiéndose con una frase seca del dependiente, que le guardaba extraordinarias consideraciones, salió del comercio y llegó hasta la Puerta del Sol a toda prisa.

Adriana se acercaba a ella, solícita, y acariciándola y jugando con sus cabellos la interrogaba bruscamente, como para descubrir por sorpresa el secreto de sus pensamientos: ¿En qué pensabas? ¡Dímelo, por favor! Pero Laura, respondiendo sin hablar a sus caricias, sonreía con una dulce tranquilidad.

Paca se mostraba alegre, satisfecha y no daba paz á la lengua, narrando las aventuras de su paseo, haciendo observaciones profundas unas veces, otras ligeras, siempre atinadas, sobre todo lo que había visto y oído. Pero se detuvo de pronto y las cortó para decir á Velázquez bruscamente: Esta mañana he visto á Soledad, ¿sabes? Ya no se va hasta dentro de unos días.

Así, Vérod, que parecía tan confuso y anonadado, se alzó bien pronto al impulso de una viva reacción. ¡No!... dijo bruscamente, alzando la cabeza y sacudiéndola con ademán de protesta. ¡No!... ¡No es posible!... ¡Eso no puede ser!...

Después, limpiándose la boca con movilidad pasmosa, arrepentida de haberlo hecho, comenzó a insultarle. ¡Sucio! ¡gorrino! a ver si te vienes conmigo ahora mismito para que te friegue los hocicos. No tienes vergüenza ni quien te la ponga. Y cogiéndole de la mano bruscamente, lo llevó medio a rastras en dirección del río.

Cada cinco minutos alguien tomaba bruscamente la palabra y hablaba como quien cumple una faena obligatoria. Los demás asentían con la cabeza misteriosamente, pero bien veía yo que los que escuchaban no sabían lo que oían, lo mismo que el que hablaba no sabía lo que decía. Marta no se había presentado.

Luego sentí mis manos entrelazadas, y sobre mi frente el hálito de una respiración ardiente. En el primer momento, la loca idea de que Marta se había acordado bruscamente de su antiguo amor, le pasó quizá por el cerebro; pero un minuto después, me había reconocido. ¡Por amor de Dios, criatura! exclamó. ¿Qué ocurre? ¿Qué es lo que te trae? ¿Nadie te ha visto? Di, ¿nadie te ha visto?

Fortunato, sentado en una gran butaca y con una excelente pipa en la boca, leía tranquilamente su correo de la tarde, cuando la puerta, al abrirse bruscamente, le hizo levantar la vista.