United States or Bulgaria ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando te arroje en sus brazos tendrá que reconocer que no soy un ingrato ni un indiferente, su altivez se humanizará y la volveré á ver como en otro tiempo, sonriente y afectuosa. Jacobo se puso grave y dijo con lentitud, como si pesase las palabras: Hace veinticuatro horas, Cristián, estoy reflexionando sobre todo lo que me has revelado.

El niño asoma en este momento, da un grito de alegría, y corre hácia su madre, que le abre los brazos. Esta aventura, que no tiene nada de particular para otros, tiene para una grandísima importancia, porque tiene una grandísima moralidad. La accion de la mujer de Batiñoles vale infinitamente más que el castillo, y que mil castillos del poeta de Lamartine.

Leonora abandonó el hombro de su amante, se desasió de sus brazos; limpiaba sus lágrimas y se erguía con la firmeza del que ha adoptado una resolución irrevocable. Estoy decidida a todo. Me hace mucho daño lo que voy a decirte, pero no retrocederé: será inútil que protestes. Ya no puedo estar bajo este techo; comprendo que he acabado para mi tía: ¡pobre vieja!

El hábito del ahorro persistía en ella al vivir en plena fortuna, con una afición a mezclar sus brazos arremangados en las más bajas tareas de la casa.

ABIND. Agora que a mi bien no pone obstáculo La fortuna cruel, y mis pies débiles Los rayos de mi sol llevan por báculo, Que el llanto enjugan de mis ojos flébiles, Haciendo al alma verdadero oráculo, Mis esperanzas, hasta agora estériles, Tendrán, ya libres de otra fuerza bélica, Fin en los brazos de mi esposa angélica.

Le hacíamos a usted cosquillas para verla reír; su risa me parecía el encanto, la alegría de la Naturaleza. ELECTRA. Vea usted por que he salido tan loca, tan traviesa y destornillada... Y alguna vez me cogería usted en brazos. CUESTA. Muchísimas. CUESTA. A veces con tanta fuerza, que me hacía usted daño. ELECTRA. Me pegaría usted en las manos. CUESTA. ¡Vaya!

Al fin de una de las galerías estaba ya una puerta abierta y guardándola, silenciosas, inmóviles, veíanse dos figuras blancas de monja, con sendas hachas de cera en las manos. Tornó a hincarse de rodillas la desposada, y levantándose al instante, estrechó vivamente entre los brazos a su hermana. ¡Era el último abrazo que le daba!

Cuando llegó éste a las once, le siguió hasta su cuarto y, después de cerrar la puerta, le dijo de repente: Papá, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el excusador acababa de arrojarse sobre , estando en la cama. Me resistí, luchamos, y al fin quedé desmayada en sus brazos. El jorobado dio un grito de rabia. ¡Ah puerco! ¡Bien lo presumía yo!

Por ejemplo, la hermana sentía una pasión decidida por los niños. Apenas veía uno en brazos de la niñera, ya le brillaban los ojos, mirábalo con atención insistente, sonreía a la portadora y no paraba hasta que se acercaba a él, lo acariciaba y le hacía bailar sobre sus brazos.

La estancia en que le recibí en mis brazos, después de las bendiciones nupciales, me causa ahora rubor, como al afrentado le causa rubor el sitio en que sufrió la afrenta.