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Señor cura, vos mismo me habéis enseñado el otro día, que la razón es la más bella facultad del hombre. Sin duda, sin duda, cuando el hombre sabe servirse de ella. Por otra parte hablaba de los hombres hechos y no de las chiquilinas. Señor cura, los pajaritos prueban sus fuerzas al borde del nido.

»Pocos días después abandoné Inglaterra y me embarqué sufriendo mucho, a causa de mi soledad. ¡Sola! no; llevaba conmigo mis pensamientos, y otros más halagüeños y más dulces me esperaban; iba a ver de nuevo la bella Italia que había creído dejar para siempre!

¡Usted está enferma y ha salido usted de su cuarto á esta hora! Eso no es bueno, señora. Se va usted á poner peor. Es verdad, estoy enferma dijo ella acercándoseenferma para siempre! ¡Enferma para siempre! Usted padece, y es, sin duda, por efecto de su excesiva devoción. Usted aspira al cielo: ¿á qué otra cosa podía aspirar un alma tan bella?

La moral no se escribe sino sobre el código eterno de una verdad que no se suma, que no se palpa: una verdad lúcida, inocente, afectuosa y bella como el recuerdo de una madre; alta, noble, expansiva y universal como la idea de Dios. =Moralidad de Paris con relacion á las costumbres=.

Una de las mejores calles de Munich, que yo recorrí muchas veces, porque me placia estudiar aunque de paso la fisonomía de las tiendas y las casas, es la de Ludwig-Strasse, larga, ancha y bella. Los comercios y las tiendas, con ese carácter especial que yo encuentro en todo lo que es aleman, con esa exactitud y formalidad peculiares, merecen verse detenidamente.

Son posteriores, en la fecha, á las mencionadas, y en la última, cuyo asunto proviene de las guerras civiles de Granada, se notan ciertos rasgos románticos, de los cuales no pudo prescindir el poeta recordando su bella ciudad natal.

Duda, vacila alzándose del suelo al sentirse en Bailén de muerte herida, y abate en Waterlóo su incierto vuelo. Eras : mi deseo adivinaba tus rojos labios, tu mirar de fuego, de tu amor las histéricas caricias, el ardiente perfume de tus besos. Eras , que surgias en mi mente envuelta entre la niebla de mis sueños, radiante y bella, cual la luna surge del horizonte entre el celaje denso.

Al pasar dijo el ciego, alargando su mano que mostraba una piedra he cogido este pedazo de caliza cristalizada; ¿sostendrá usted que estos cristalitos que mi tacto halla tan bien cortados, tan finos, y tan bien pegados los unos a los otros no son una cosa muy bella? Al menos a me lo parece. Diciéndolo, desmenuzaba los cristales.

Como don Melchor nada podía oponer a este justo y laudable propósito, pocos días después Gonzalo recorría algunas casas de parientes y amigos, donde hacía años que no ponía los pies, para despedirse, y una tarde apacible y bella de primavera se embarcaba en el bergantín redondo Vigía con rumbo a la Gran Bretaña. ¿Se acordaba de Cecilia? No lo sabemos.

Jóvenes, de la patria la riqueza, El porvenir está en vuestra cabeza, Bella es vuestra mision: Es coronar el noble monumento, Que simboliza el grande pensamiento Que inauguró la tierra de Colon. Sombras de las falanges militares Que alzaron los escudos tutelares Al pié del patrio altar; Dejad caer el casco rutilante Dejad caer el hierro fulminante Y vuestra obra venid á contemplar.