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La misma doña Martina, apesar de su gran corazón y su espontaneidad, y de aquel temperamento franco y campechano que Dios la diera, no había tenido más remedio que sucumbir y doblegarse a la férrea etiqueta de la familia, haciéndose más seria, más comedida, y perdiendo con ello mucho del atractivo que su carácter tenía para el sobrino Miguel.

Hacía una vida muy activa. Leía enormemente. No me malgastaba, me economizaba. El sentimiento repulsivo de un sacrificio se combinaba con el atractivo de un deber que tenía que llenar con respecto a mismo. Obtenía de esto cierta satisfacción sombría que no era alegría, menos aún plenitud, pero que mucho se asemejaba a lo que debe ser el altanero placer de un voto monacal bien cumplido.

Aún no hermoseaban a Cintra los espléndidos bosques de camelias que le prestan hoy tan singular atractivo.

La noble poetisa mostró un entusiasmo ruidoso al verle en sus salones. Apartando á los otros invitados, salió á su encuentro y le estrechó ambas manos á la vez. Luego, apoyada en su brazo, lo fué llevando entre los grupos para hacer la presentación. Le acariciaba con los ojos, como si fuese el principal atractivo de su fiesta; parecía sentir orgullo al mostrarlo á sus amigas.

Pues bien, caballero, permítame usted asistir al ensayo de mañana. Ofrece aún tan poco atractivo, que sólo me atrevo a invitar a mis amigos. Razón de más para que yo insista, caballero. Y yo me considero muy honrado con que se digne usted hacerme tal petición. Me estrechó la mano y quedamos citados para el día siguiente.

Esta mujer no sabe que yo me dejo besar... y beso... como quien da limosna a la muerte; a la muerte enferma, loca; que doy besos que son como mordiscos con que quiero detener al tiempo que corre, que corre, pasándome por la boca.... , , Serafina; en esas horas tengo lástima de mi mujer, de quien soy esclavo; sus caricias disparatadas, que son reflejos de otras mías que yo aprendí de tus primeros arranques de amor frenético y desvergonzado; sus caricias, que son en ella inocentes, para crímenes, se me contagian y me llevan consigo al aquelarre tenebroso, donde entre sueños y ayes de amor que acaban por suspiros de vejez, por chirridos del cuerpo que se desmorona, vivo de no qué negras locuras sabrosas y sofocantes, llenas de pavor y de atractivo.

Aunque no me des más, ya has hecho bastante... Tal vez sea mejor que no volvamos a encontrarnos. Te veré en mi recuerdo cada vez más grande, más atractivo... Y ahora, adiós. Separémonos. Tengo que hacer abajo. Fernando, que horas antes apenas se acordaba de ella, sintióse triste al abandonarla.

Sea que hubiese gastado en menos de tres años toda su energía, sea que la vida fácil de París le retuviera con un atractivo irresistible, es lo cierto que durante diez años su único trabajo fue pasear sus caballos por el Bosque y exhibir sus guantes amarillos en el foyer de la Opera.

Verdad es que muchas veces el músico de callejuela ó de plaza no es mas que un perezoso y un vulgar rascador de violin ó de arpa, sin gracia ni atractivo alguno; pero de tiempo en tiempo se da con bandas de verdaderos artistas nómades que encantan y merecen aplausos y favor.

Dijo esto en español, un español suave, de tono cantante, aprendido en América, al que comunicaba cierto atractivo infantil su acento extranjero. Luego añadió con coquetería: Le conozco, capitán. ¡Siempre el mismo!... Lo de la rosa de Pompeya estuvo muy bien... Fué digno de usted.