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Eres tan hipócrita como intrigantuelo y trapisondista repuso entre severa y amable. ¿Conque me tienes ley? ¿Por qué te portaste tan mal conmigo? Señora exclamé, haciendo aspavientos de respeto . ¡Yo portarme mal! ¡Si no podré olvidar nunca lo bien que estaba al servicio de Su Excelencia! ¿Quieres ser otra vez mi criado? me preguntó. Esta proposición cayó sobre como un rayo.

Al volver Maltrana a casa, antes de cerrar la noche, caía algunas veces en medio de esta tertulia. La vieja, al verle, le saludaba con grandes aspavientos, como si fuese ella la dueña de la casa.

Yo me muero de pena exclamó el buen profesor con lastimosos aspavientos . ¿Dónde estarán esas dos niñas? El gentío las separó de nosotros por casualidad... ¿qué digo casualidad? El demonio ha andado aquí. Yo subiré con esta madamita a la tribuna pública, y veremos si están o no están aquí.

Pero ¿a qué tales aspavientos, Gabriel? ¿No es eso un pedazo de palo? ¿A quién perjudicamos apoderándonos de sus joyas? ¿No roban los ricos y todos los que poseen algo? ¿Por qué no hemos de imitarles? No me asusta el robo, porque no creo en la propiedad ni en la santidad de las cosas; pero por esto mismo abomino de la apropiación particular y me opongo a ella. ¿Para qué queréis apoderaros de eso?

Fuertes aspavientos de la chiquilla. No cabía en de indignación. Me hizo repetir varias veces la repugnante grosería usada por el clérigo conmigo, y me dijo que ella no la hubiera sufrido. Esto no me pareció bien.

La Regenta le sonreía de lejos, con la expresión dulce y casta de poco antes, y le saludaba tímidamente sin aspavientos con el abanico.... Después no se vio más que el anguloso perfil de Ripamilán, que movía los brazos como las aspas de un molino de muñecas. El otro coche pasó como un relámpago. De Pas vio una mano enguantada que le saludaba desde una ventanilla.

Supo al cabo Currita convencerle, y cauta siempre, y sin dar ella la cara, encargóle a él entablar las negociaciones con don Juan Antonio Martínez y el ministro de Ultramar, personajes ambos que con traidora previsión había procurado desde mucho tiempo antes atraer a su casa, importándosele un bledo los aristocráticos aspavientos de sus ilustres amigas.

Vió poco después algunos de los curiosos que entraban en el bar, deteniéndose ante el mostrador para beber. Hablaban con grandes aspavientos de asombro. Al oir el nombre del griego repetido muchas veces, fijó su atención. Había gritado «¡bancoal empezar una nueva talla, cuando la banca poseía ciento cuarenta mil francos. Sólo aquel hombre de suerte era capaz de tal atrevimiento.

Pero el que tiene un defecto físico o intelectual no hace gala de él, antes procura remediarlo; y el pobre que se resigna con su suerte y no busca hacerse rico, sea como sea, a las buenas o las malas, es un cobarde o un inútil, y no puede convertir su vileza en un mérito. Ojeda acogió con aspavientos de cómico terror estas palabras.

No se mueva usted, no se mueva usted gritaba don Víctor, haciendo aspavientos debajo de la barquilla, y probablemente viendo lo que a Obdulia, en aquel trance a lo menos, no le importaba mucho ocultar. No te muevas, no te muevas, mira que si te caes te matas... decía Paco, que buscaba algo para desenganchar el columpio.