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Desde que llegara del servicio, hacía ya cerca de un año, había mostrado tanto apego á los recuerdos de su vida militar, como horror y desprecio á las faenas agrícolas, en que por desgracia había vuelto á caer. Hasta afectaba haberlas olvidado y desconocer el nombre de algunos instrumentos de labranza. Por esto sufría encarnizada persecución de su abuela. ¡Terrible mujer la tía Basilisa!

Paso a paso volvía la salud a enseñorearse del cuerpo siempre hermoso de Ana Ozores. Y con algo de remordimiento de conciencia, sentía de nuevo apego a la vida, deseo de actividad. Llegó un día en que ya no le bastó vegetar al lado de Frígilis, viéndole sembrar y plantar en la huerta y oyendo sus apologías del Eucaliptus.

Así he envejecido en el oprobio y la miseria, con no mas que la mitad del trasero, siempre acordándome de que era hija de un papa. Cien veces he querido darme la muerte, mas me sentia con apego á la vida.

En su presencia sintió impresión muy distinta a la que le había inspirado el poema Amor y muerte, que pocos meses antes había publicado cierta revista literaria titulada Los Ecos del Manzanares: sintió frío y miedo y apego sin condición a la vida, de la cual tantas veces había maldecido en verso.

Ella debió de contestar que no había para qué expulsar a nadie, y él, animándose, pidió perdón de su apego a la familia Bringas... Privarle del consuelo de tales afecciones habría sido una crueldad; y hablando en plata, el foco de atracción... , esta era la palabra, el foco de atracción... «no encuentro que esté tanto en mi buen amigo como en mi amiga incomparable.

No sentía aversión ni apego a ninguna carrera literaria o científica: todos sus cinco sentidos los tenía puestos en el terruño natal. Esto no se lo decía a nadie; pero lo sentía, y muy hondo. Por este lado hasta se había alegrado de la elección de carrera hecha por su padre, porque la de médico era quizás la única compatible con sus aspiraciones y tendencias.

Porque sobre estas materias tenía mi padre una erudición abundante, pero un tanto sospechosa, obra de una voracidad que entraba con lo cierto lo mismo que con lo fantástico, por apego tenaz, aunque meramente platónico, a las cosas de su tierra.

Toda esa gente vive allí en la condena de la necesidad, sin apego al suelo, detenida, en su mayor parte por el hábito que embota y es capaz de ligar al hombre hasta con la prisión. Colón, como Panamá, son puertos francos, a la manera de Hamburgo o Trieste.

Por más que trabajo para darte gusto, para que me mires con algún apego, no puedo, en verdad, lograrlo. Ni te agrada ninguna de mis palabras ni reparas siquiera en las penas que por ti estoy pasando. Si te digo algo de lo que aquí dentro del pecho tengo, sueltas á reir como una loca y cambias en seguida la conversación.

Era su costumbre comer en pie para mejor atender á las necesidades de los otros. Al dar comienzo á la cena llamaron á la puerta. Era Celso, el impetuoso guerrero de Canzana. Se le acogió con agrado. Todos amaban á aquel joven valiente y leal y le perdonaban de buen grado el corto apego que tenía á su tierra.