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Lo aprendió de Alfonso XIII, y a Alfonso se lo enseñó Viñas, el conocido diplomático argentino... Es una moda que hemos sacado los argentinos. Algo habíamos de dar a la civilización. Y como el cake-walk es yanqui, el poncho general en la América española y el mate paraguayo... ¡Viva el truco! exclamé con colérica alegría. El rey ha muerto, ¡viva el rey! , mi querido amigo.

Alfonso recibió ayer un paquete de cartas de su mejor y más íntimo amigo, M. de Virieu, quien le llama a París inmediatamente. El ha vendido su caballo para hacerse con cien pesos; yo le he dado además todas las economías que poseo. Ya ha partido.

Aves, peces, brutos, plantas, Astros, signos y planetas Digan, vean y publiquen, Oigan, miren, noten, sepan, Que hay honor contra el poder, Que hay industrias contra fuerza Y que hay en mujeres nobles Vida, honor, lauro y defensa. J. Schulze: sobre El Príncipe constante. Sus restos, llevados á Portugal por el rey Alfonso V, descansan en el convento de Batalha.

He dado principio a un trabajo que acaso durará lo que mi vida. Consiste en una alfombra tapizada para el gabinete que Alfonso tiene en Saint-Point.

Alfonso V merecía, por su sentencia, ser destronado. Pues bien: ya por estar muy enamorado, ya por ser tonto o ignorante, la prerrogativa real cae, de hecho, en manos de la reina. Ella impone sus deseos al rey y, por consecuencia, al pueblo, este colosal organismo infantil a quien siglos de experiencia tornan cada día más niño. Inútil me parece señalar ejemplos.

25 de diciembre de 1819. Esta mañana ha marchado Alfonso: he notado que estaba muy triste. El señor barón de Mounier, que le aprecia mucho, le ha escrito que vaya inmediatamente a París, porque tiene alguna esperanza de hacerle entrar. 6 de enero 1820

Que el rey D. Alfonso V tenía el año 1418 en la galera real dos lombardas que tiraban 9 y 7 libras de pelota de piedra, y solo 10 proyectiles por pieza. Que la otra galera real en que hizo D. Fernando el mismo viaje á Nápoles en 1506, llevaba una lombarda, dos cerbatanas y dos pasavolantes.

Mi hijo Alfonso salió el 10, con M. Pierreclos, para asistir a la gran batalla frente a Villafranca. Estuvieron un momento cercados por un cuerpo austriaco que se adelantaba oculto detrás de una montaña. La velocidad de sus caballos les salvó; sin embargo, algunas balas atravesaron sus vestidos y uno de los caballos quedó herido.

M. de Vignet, el amigo de mi hijo, ha estado aquí unos días, acaba de ser llamado a París por el embajador de Cerdeña, marqués de Alfieri, a quien Alfonso conoce muchísimo. Esto es buen augurio para el porvenir diplomático de este joven, quien empezaba ya a descorazonarse. ¡Ah! ¡cómo quisiera yo ver a mi hijo entrar pronto en una carrera tan digna de él!

Aquella noche llegó María Valdivieso muy animada, cerca ya de las nueve... Era preciso, indispensable y urgentísimo que Currita se viniese con ella al Circo del Príncipe Alfonso... Debutaba Miss Jesup, una diva monísima hija de un general yanqui. Había venido recomendada a Pepa Alcocer y a otras varias de la Grandeza; Paco Vélez se lo había dicho.