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Vivirás entre hombres que antes aprenden a averiguar el pensamiento ajeno que a expresar el propio, rozándote con gentes que procuran hacer a la mentira hurón de la verdad, y que tratarán de adquirir tu confianza engañando a otros, como luego te engañarán a ti para provecho de tercero.

Facundo, empero, rechaza todos los medios civilizados que ya son conocidos, los destruye y desmoraliza; Facundo, que no gobierna, porque el gobierno es ya un trabajo en beneficio ajeno, se abandona a los instintos de una avaricia sin medidas, sin escrúpulos.

Así es, que no suelen desechar como los orgullosos el consejo ajeno, y aun muchas veces se adelantan á pedirle.

Era lo más sencillo y positivamente habría valido más que ocultarla; pero a mi declaración se oponían mil obstáculos reales o imaginarios que me la presentaban como cosa imposible. ¿En qué términos iba yo a darle a entender lo que sentía desde tiempo atrás sin que nadie lo hubiera sospechado? ¿Cómo hablarle, a sangre fría, de aquellos extraños pudores que ofuscaban la luz del día, que no soportaban examen mío ni ajeno, y que semejantes a una herida fresca y demasiado sensible exigían no ser tocados ni siquiera con la mirada? ¿Cómo referirle aquella crisis de sensibilidad inexplicable y aquella especie de encantamiento por la noche cuyo testimonio escrito hallé por la mañana?

Otros, estos están en gran mayoría, fueron con el santo propósito de apropiarse de lo ajeno ó de vengarse de sus enemigos, lo que podían lograr con absoluta impunidad para sus criminales fechorías.

Parecía que algo fúnebre pesaba sobre ellos, obligándolos a permanecer en silencio, con la vista baja y los labios apretados, como si en la habitación inmediata hubiese un muerto. Era la presencia del extraño, del intruso, ajeno a su clase y sus costumbres. ¡Maldito mallorquín!... Cuando hubieron pasado todos los mozos por la silla inmediata a Margalida, el señor se levantó.

En Romorantín topé con una cadena y unos brazaletes de oro, pero topé también con una mozuela como un sol, que me los robó al día siguiente. Porque habéis de saber que hay gentes que no vacilan en apoderarse de lo ajeno.... ¡Al grano, Simón! ¡Esa batalla! Todo se andará, cachorros, si me dejáis respirar.

Y ahora diré a Vd. que nada de eso me es ajeno, y que tengo costumbre de honrarme con la amistad de los que se consagran a tan glorioso servicio, es decir, que aunque sólo fuera por esto, le hubiera llamado a Vd.; pero es el caso que, además, vamos a tratar de otro asunto. Mande Vd.

La alegría que sienten es comunicativa: quien les mira se ríe; no son beodos que inspiren miedo ni repugnancia, ni dan asco; su borrachera tiene ese algo respetable que merece el placer ajeno siendo inofensivo.

Amar a la segunda es como seguir amando a la primera. Has dicho bien respondió el pensativo Amaury, con el rostro algo más sereno. Ya ves, pues, que tenía razón contestó Felipe con regocijo. Ahora, y en segundo lugar, no podrás menos de convenir conmigo en que el amor es el más espontáneo y libre de nuestros sentimientos, y el que nace más ajeno a la influencia de nuestra voluntad.