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En efecto, hacía días que observaba en su hermano cierta predisposición a la melancolía bastante ajena a su carácter: a menudo se pasaba horas enteras con los ojos estáticos, inmóvil, dando señales de hallarse emboscado en una maraña de pensamientos tristes: le molestaba la compañía de los amigos y aun llegaba a desagradarle que su hermana le leyese demasiado tiempo.

Siempre lo indico cuando lo hago así con alguna extensión, siendo fácil de comprender que no acompañe siempre una nota á cada hecho, á cada dato ó á cada observación aislada ajena, porque esto hubiera traído consigo un lujo superfluo de notas; y, por otra parte, en la mayoría de los casos fuera empresa casi imposible, puesto que, cuando nos ocupamos largos años en el estudio de un objeto cualquiera, y en las obras relativas á él, no podemos decir tampoco si cada idea de las que emitimos es nuestra ó ajena, ni recordar tampoco, al usar ciertas palabras, si son las mismas empleadas antes por otro, ni siquiera en dónde las hemos leído.

Tenía Ferragut el mismo carácter de todos los grandes corredores de aventuras amorosas: liberales y despreocupados en la vivienda ajena; pundonorosos y suspicaces en la propia. Ese viejo carcamal se dijo está enamorado de Cinta. Es una pasión platónica; con él no hay que temer otra cosa; pero me hace todo el daño que puede... Voy á decirle dos palabras.

El, pensando tan ahincadamente en ello, manifestaba a los que le conocieran su flaco, cuánto esmero ponía aquel vampiro de la hacienda ajena para ver aprobadas sus cuentas, y que las diese su amo y señor don Lope por de buena data.

25 y te entregaré en mano de los que buscan tu alma, y en mano de aquellos cuya vista temes; , en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. 26 Y te haré transportar, a ti, y a tu madre que te engendró, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis. 27 Y a la tierra a la cual levantan ellos su alma para tornar, allá no volverán.

Inútil es hacer sobre estas líneas apreciaciones que están en la conciencia de todos los espíritus generosos. Si indigna hasta la barbarie y ajena del carácter compasivo de los peruanos fué la conducta del sitiador, no menos vituperable encontrará el juicio de la historia la conducta del gobernador de la plaza.

¡Pobre Concha! ¡Qué ajena estaba de que aquel caballero tan fino, tan suave, tan delicado, hacía escarnio de su inocencia en la mesa del café! Poco a poco se había ido interesando. Aquel señor tan pulcro despedía un vaho de elegancia que despertaba el instinto del arte y la belleza que en toda naturaleza femenina reside.

Bien ajena que la viese ningún profano, puesta la mano en la cadera, echada atrás la cabeza, alzando de tiempo en tiempo el brazo para retirar la gorrilla que se le venía a la frente, Amparo bailaba.

Velázquez hizo el cuadro, ya muerto Espinola, a quien amargó la ingratitud cortesana, y ya lo pintase por gusto propio o inspiración ajena, indemnizó de la injusticia al vencedor de los flamencos.

La elección de consorte es el acto más íntimo, más importante, más trascendental de nuestra vida. Debe ser también, por lo tanto, el más autónomo, el más libre, el más exento de toda ajena influencia. No hay error en una elección a gusto. Toda persona es feliz por tener lo que le agrada, no por tener lo que los demás creen que es agradable.