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Hullin no pudo contener la risa y le respondió: No, Yégof, no; el Cielo no me ha iluminado aún lo suficiente para aceptar el honor que me quieres hacer. Además, Luisa no está en edad de contraer matrimonio. El loco volvió a tomar un aspecto grave y sombrío.

Cuando todo hubo concluido, Andrés, que conocía la avaricia de los paisanos en general y de los parientes de Rosa en particular, en vez de aceptar los ofrecimientos de la tía Eugenia, la invitó a comer en alguna taberna, juntamente con Máxima, Celesto y D. José el excusador, que había cantado en la misa.

Juana no recordaba muy bien la ocasión en que había manifestado su entusiasmo por Toby, pero, no por esto, dejaba de apreciar el sacrificio que se le hacía. ¡Ah, señora, querida señora! dijo toda confundida . ¿Pero, cómo podré aceptar un animal tan lindo, tan gracioso, tan extraordinario? ¡Pero qué privación! ¡oh Dios mío! ¡y esa casilla tan preciosa!

Amigo era Azcune, y amigo lo era Melliza, laborioso hijo del país y dueño del magnífico y bien montado astillero que se levanta á las riberas de Occidente, así que tuvimos que aceptar por igual la hospitalidad de aquellos dos hijos del trabajo.

Don Pablo Dupont hizo llegar hasta él ofrecimientos de limosna para sostener su vejez, aunque le consideraba el principal culpable de todo lo ocurrido, por no haber enseñado a sus hijos religión. Pero el viejo rehusó todo socorro. Muchas gracias, señor: admiraba su caridad, pero moriría de hambre, antes que aceptar una moneda de los Dupont.

Llevada de esta consideración, Doña Blanca no impugnó la defensa de la coquetería; dió por satisfecha su modestia de madre, y acabó por aceptar como justos y merecidos los encomios de su hija Clara. Luego añadió: En suma, mi hija es un prodigio. En las alabanzas de V. no toma parte sino la justicia. Me alegro. ¿Qué mayor contento para una madre?

Mare nostrum iba á valer como si fuese de oro. Tales predicciones, que Ferragut se resistía á aceptar, empezaron á cumplirse al poco tiempo. Escasearon los barcos en las rutas del Océano. Unos se refugiaban en los puertos neutrales más próximos, temiendo á los cruceros enemigos. Los más eran movilizados por sus gobiernos para los enormes transportes de material que exige la guerra moderna.

En cuanto a Juana, ya lo hemos dicho, se hallaba dispuesta a aceptar ciegamente la elección hecha por su madre. Por otra parte, como todas las jóvenes preparábase a enriquecer con sus dotes personales al primer hombre a quien le permitiesen amar, a adorarle con su propia poesía, a reflejar en él su belleza moral, y transfigurarle, en fin, con la pureza de su brillo.

Don Ramón acogió con noble modestia las expresiones de confianza de su admirador, y pareció enternecerse con las pocas palabras de Tónica y su amiga rogándole se dignase aceptar su dinero.

Antonio le dió gracias con efusión y estuvo muy tentado á aceptar la oferta, porque sentía un miedo de primera calidad. Pero se acordó de la cita con Soledad, la halló muy sabrosa y tuvo fuerzas para rehusar. Se las echó de valiente. Si no me quedo es precisamente porque no vayas á figurarte que le tengo miedo.