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En seguida les entra la reacción y corren y se atropellan, hasta que concluyen por formar enfrente de la portilla, en dos hileras, entre las cuales pasa el ganado, que, no por haber pacido durante cuatro meses la yerba de la libertad salvaje, ha perdido su natural mansedumbre.

contenta a Masicas, y yo te dejaré ir, que por gusto a nadie le hago daño. Dime qué pescado le gusta más a tu mujer. Pues el que haya, camarón, que los pobres no escogen: lo que has de hacer es que no vuelva yo con el morral vacío. Pues ponme en la yerba, mete en el charco tu morral abierto, y di: «¡Peces, al morral!» Y tantos peces entraron en el morral que casi se le iba Loppi de las manos.

Mas sucedióles otra desgracia, que Sancho la tuvo por la peor de todas, y fue que no tenían vino que beber, ni aun agua que llegar a la boca; y, acosados de la sed, dijo Sancho, viendo que el prado donde estaban estaba colmado de verde y menuda yerba, lo que se dirá en el siguiente capítulo.

Al norte de estos rios es mucho mejor el terreno, y la yerba alta y verde, hasta el pié de las montañas. No hay bosques ni árboles sueltos, pudiendose ver las montañas en dia claro á distancia de 20 leguas, sin embargo de no ser muy altas: tan llano y anivelado está este pais. Estas montañas estan dispersas, y sus valles intermedios son muy hermosos.

El cual, aquella misma mañana en el pozo lleno de yerba, antes en el patio de la iglesia, por las callejas, cuando venían detrás del tambor y de la gaita, en el bosque, después en el carro de Pepe, donde venían juntos, casi sentada ella encima de él, sin poder remediarlo, más tarde en el salón, en todas partes y en todo el día le había estado dejando ver que la adoraba, «pero no se lo había dicho, por respeto... a fuerza de quererla tanto».

Tres disparos resonaron: dos piratas fueron muertos, y un tercero quiso huir lanzando ayes; pero fué a caer entre la yerba. Los demás lograron llegar hasta el bosque, no sin recibir otra rociada de balas. ¡Es valiente esa canalla! exclamó Van-Horn . Si cortan unos cuantos horcones más, dan en tierra con la casa.

Pero mira, ten juicio, y no le digas a tu mujer lo que ha sucedido hoy. Probaré, señora maga, probaré dijo el leñador; y puso en la yerba con mucho cuidado el camarón milagroso, que se metió de un salto en el agua. Iba como la pluma Loppi, de vuelta a su casa. El morral no le pesaba, pero lo puso en el suelo antes de llegar a la puerta, porque ya no podía más de la curiosidad.

Otro de ellos atado fuertemente con sólidas lianas, estaba tendido sobre la yerba, haciendo desesperados esfuerzos por librarse de sus ligaduras. Los primeros eran fuertes, musculosos, de pechos amplios, facciones angulosas y duras como las de la raza malaya, pelo abundante y rizado, dientes agudos y ennegrecidos por el uso del betel y piel cobriza, pero de tonos sucios.

Era de las más desiertas; crecía yerba entre las piedras. Aquel silencio era el que llamaba solemne y aristocrático don Saturnino. Los que estaban detrás, Obdulia y Paco, no veían; don Álvaro estaba seguro. Se aproximó más a Visita. Sonó una bofetada; y después la carcajada estrepitosa de la del Banco, que dio un paso atrás, huyendo de don Álvaro.

En los 24 grados y 7 minutos entra por la Banda Oriental el rio Xexuí, que viene de los yerbales del Curuguatí, y se navega tal vez con barcos cargados de yerba, aunque con mucho trabajo, por los malos pasos que tiene. En los 24 grados y 23 minutos entra, por la parte oriental, el Cuarepotí: en los 24 grados y 29 minutos, el Ibobí.